(29 / may / 2017) - Se acabaron las dudas. 'Despacito' es el pelotazo musical de los últimos años. Y sí, parece que no le gusta a nadie (y es pésima), pero no hay ser vivo que "suave, suavecito" no la haya cantado. Su influencia ha ido más allá de ser una "canción del verano". Y eso se nota en la cantidad de versiones que tiene, algunas bastante curiosas. Vamos a llamarlo así.
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'Despacito': 18 versiones de todo pelaje
(29 / may / 2017) - Se acabaron las dudas. 'Despacito' es el pelotazo musical de los últimos años. Y sí, parece que no le gusta a nadie (y es pésima), pero no hay ser vivo que "suave, suavecito" no la haya cantado. Su influencia ha ido más allá de ser una "canción del verano". Y eso se nota en la cantidad de versiones que tiene, algunas bastante curiosas. Vamos a llamarlo así.
Luis Ramiro: amor (y desamor) en los tiempos del 'selfie'
(18 / mar / 2015) - Hace unos meses no sabía quién era Luis Ramiro. Hoy, cuando tengo el día inspirado, incluso canto alguna de sus canciones mezclando letras y significados. Nunca tuve buen oído, y eso no lo solucionan dos discos escuchados por la mitad.
Eurovision cambiará, pero no mañana
La vida cambia, evoluciona, se sucede ante nosotros de manera rápida, pero no a lo mejor como nosotros quisiéramos. Por eso nos causa algo de nerviosismo que haya cosas que se mantengan en el tiempo, que pasen ante nosotros invariables en su forma y esencia año tras año.
Queremos cambios, y los queremos ya. Cuando algo no nos gusta, o creemos que ya no va con nuestro estilo, pedimos otra cosa. Pero por desgracia no siempre en la vida sucede lo que uno quiere. Así pues, y si a última hora nada lo remedia, tendremos otro año más de Eurovision.
Como cada año, y eso sí que es invariable, se abre un gracioso debate sobre nuestro representante, sobre el papel que desempeña, que si nos votan uno o los otros, que si todo es "política". Cualquiera diría que, supuestamente, Eurovision nos aborrece tanto, cuando durante el mes de mayo se gasta tanto esfuerzo y saliva en hablar de ello. Temas recurrentes, algunos absurdos, otros con gracia, pero siempre una misma cantinela.
Aquí es donde enlazo de nuevo con el tema del principio: el cambio. La sociedad en su conjunto está demandando cambios en todo, a toda prisa, sin demora y lo mejor posible. Pues bien, queridos amigos, algo me dice que las cosas no evolucionan como creemos en nuestra cabeza. Y es que la falsa ilusión de velocidad que nos ha generado el siglo XX es realmente un espejismo cuando de cambiar un sistema fuertemente establecidos se trata.
Seguramente dentro de unos años Eurovision no será tal y como es ahora. No voy a jugar a interpretar cómo será, pero estoy convencido de que muy diferente a lo que veremos, por ejemplo, esta noche. Así pues, españoles de España, cálmense, disfruten y pasen un buen rato en vez de criticar y dejarse llevar por si una canción es mala o buena. Si Eurovision tiene que cambiar, lo hará. Pero no será ni en uno, ni en dos, ni en tres años, llevará su tiempo, como todo en la vida.
En cuanto a 'Eurovision 2013', muy poco que decir. No me gusta nada El sueño de Morfeo y su canción, tanto que ni pienso poner enlace. Por mí volveríamos de disfrutar de Azúcar Moreno, eso sí que fue un gran tema. Por cierto, quedaron en 5ª posición, ahí es nada.
Lo que nos une
La esperada final de Copa del Rey llegó. Con ella las pitadas, las banderas, los nacionalismos, de uno y otro bando, en definitiva, las payasadas varias. Después de paseos por las Redes Sociales, la prensa, de distintos colores, y en general el pulso de la opinión ciudadana, todos estamos de acuerdo en una cosa: queremos ser felices.
Entonces, ¿por qué gastamos tantas energías en criticar lo ajeno? La obsesión nacional por meterse con el vecino, decir que está mal lo que hacen otros, ver siempre la paja en otro ojo... De verdad nos compensa tanto derroche de energía en "qué hacen los demás".
La libertad, para aquellos que no estén familiarizados con el término, es el acto que empieza en mi persona y termina donde empieza el de la persona que tengo al lado. Para ello nos hemos dotado de unos mecanismos legales que regulan esa capacidad. Por lo tanto, si alguien quiere pitar un himno, que lo pite. Si a otro le gusta salir con una bandera, que lo haga, ¿cuál es el problema? Cómprate tú una bandera más grande y ponla en la terraza de tu casa.
Sinceramente no entiendo la crispación que se está generando contra todo. Además, creo que la situación económica ya es bastante mala como para andar peleados cada dos días. Vamos a remar juntos. Son más las cosas que unen que las que nos hacen creer que nos separa.
Sin ir más lejos, esta noche, tenemos nuestro querido Festival de Eurovisión. Tan viejo como el solo, y tan polémico como nosotros. Por qué no disfrutamos y criticamos mañana a la buena de Pastora Soler. Por qué no reímos, por qué no nos enfadamos de verdad con el asunto de Bankia y las entidades financieras que hayan hecho una mala gestión. Simplemente somos tontos. Nos enzarzamos en cuestiones vanales, absurdas... el fútbol, las banderas, los himnos, que si este ha dicho y el otro ha dejado de decir, un peñón en mitad de la nada...
Somos españoles, vascos, catalanes, asturianos, somos lo que cada uno quiera ser. Con respeto, tolerancia y la conciencia de que hay mayores problemas que resolver. Sigo pensando que hay más cosas que nos unen... Y ahora, todos a apoyar a Pastora Soler, o el que quiera, o a berrearla, que cada uno haga lo que quiera, pero todos juntos.
Entonces, ¿por qué gastamos tantas energías en criticar lo ajeno? La obsesión nacional por meterse con el vecino, decir que está mal lo que hacen otros, ver siempre la paja en otro ojo... De verdad nos compensa tanto derroche de energía en "qué hacen los demás".
La libertad, para aquellos que no estén familiarizados con el término, es el acto que empieza en mi persona y termina donde empieza el de la persona que tengo al lado. Para ello nos hemos dotado de unos mecanismos legales que regulan esa capacidad. Por lo tanto, si alguien quiere pitar un himno, que lo pite. Si a otro le gusta salir con una bandera, que lo haga, ¿cuál es el problema? Cómprate tú una bandera más grande y ponla en la terraza de tu casa.
Sinceramente no entiendo la crispación que se está generando contra todo. Además, creo que la situación económica ya es bastante mala como para andar peleados cada dos días. Vamos a remar juntos. Son más las cosas que unen que las que nos hacen creer que nos separa.
Sin ir más lejos, esta noche, tenemos nuestro querido Festival de Eurovisión. Tan viejo como el solo, y tan polémico como nosotros. Por qué no disfrutamos y criticamos mañana a la buena de Pastora Soler. Por qué no reímos, por qué no nos enfadamos de verdad con el asunto de Bankia y las entidades financieras que hayan hecho una mala gestión. Simplemente somos tontos. Nos enzarzamos en cuestiones vanales, absurdas... el fútbol, las banderas, los himnos, que si este ha dicho y el otro ha dejado de decir, un peñón en mitad de la nada...
Somos españoles, vascos, catalanes, asturianos, somos lo que cada uno quiera ser. Con respeto, tolerancia y la conciencia de que hay mayores problemas que resolver. Sigo pensando que hay más cosas que nos unen... Y ahora, todos a apoyar a Pastora Soler, o el que quiera, o a berrearla, que cada uno haga lo que quiera, pero todos juntos.
Un buen rato
Bueno, aquí estamos después de asistir al concierto de Coldplay. Sinceramente, nunca había escuchado más de dos canciones de la banda liderada por... ¿Chris Martin? Ni le conocía.
Pero para esto estamos, ¿no? Aprender cosas distintas, tener la mente dispuesta a nuevas formas... Lo cierto es que sobre los gustos musicales, y los gustos en general, siempre he sido bastante precavido. Me hizo gracia un comentario el otro día en mi Facebook cuando dije de broma que Coldplay era un grupo de chicas. Alguien me dijo que pensaba que yo era más culto. Vaya, ahora la cultura de una persona se mide por conocer o no a Coldplay. Sorprendido me hallo.
Lo que quiero decir es que para gustos los colores. La gente, esa gente, siempre me ha querido mirar por encima del hombro cuando digo que me gustan Malú, Julio Iglesias, la bachata, Andy&Lucas... Ellos que escuchan a REM, Coldplay, Radiohead, o vaya usted a saber el qué. Esos que dicen que escucho música comercial, y digo yo, ¿no suena más veces en la radio Coldplay que Frank Reyes "el Príncipe de la bachata"?
Pues de ellos me rio yo.
Pero no es momento para eso. Que cada cual piense cómo medir los grados de cultura y los gustos personales de cada uno. Sobre el concierto de Coldplay poco puedo decir. Me ha encantado. Mucha gente, mucho ruido, luces... La verdad es que merece la pena. Las Ventas hasta la bandera, gente entregada. Sin duda uno de los mejores ratos que he pasado en mucho tiempo.
Pero para esto estamos, ¿no? Aprender cosas distintas, tener la mente dispuesta a nuevas formas... Lo cierto es que sobre los gustos musicales, y los gustos en general, siempre he sido bastante precavido. Me hizo gracia un comentario el otro día en mi Facebook cuando dije de broma que Coldplay era un grupo de chicas. Alguien me dijo que pensaba que yo era más culto. Vaya, ahora la cultura de una persona se mide por conocer o no a Coldplay. Sorprendido me hallo.
Lo que quiero decir es que para gustos los colores. La gente, esa gente, siempre me ha querido mirar por encima del hombro cuando digo que me gustan Malú, Julio Iglesias, la bachata, Andy&Lucas... Ellos que escuchan a REM, Coldplay, Radiohead, o vaya usted a saber el qué. Esos que dicen que escucho música comercial, y digo yo, ¿no suena más veces en la radio Coldplay que Frank Reyes "el Príncipe de la bachata"?
Pues de ellos me rio yo.
Pero no es momento para eso. Que cada cual piense cómo medir los grados de cultura y los gustos personales de cada uno. Sobre el concierto de Coldplay poco puedo decir. Me ha encantado. Mucha gente, mucho ruido, luces... La verdad es que merece la pena. Las Ventas hasta la bandera, gente entregada. Sin duda uno de los mejores ratos que he pasado en mucho tiempo.
Mi realidad sobre Eurovisión
Eurovisión es de esas cosas que se desean o se odian, aunque últimamente la sensación que más ha surgido es la de indiferencia, aunque una vez más, y pase que pase, habrá que apoyar a la candidata española.
Desde hace unas semanas, y como es habitual en este país de cenizos y pesimistas, las voces de apoyo y ánimo a Lucía Pérez, candidata a representar a España en Eurovisión, han sido mínimas.
Pasados los años de euforia con los representantes surgidos de 'Operación Triunfo', y tras un lustro de resultados más que decepcionantes, se entiende que la gente no las tenga todas consigo y vea este Festival como una pantomima de la cual deberíamos salir. Aunque bien es cierto que si por muchos hubiera sido no hubiéramos jugado más mundiales de fútbol, y vaya, el resultado del último no fue malo.
Bien es cierto que en Eurovisión no todo depende el candidato. Es más, las posibilidades reales de ganar está muy lejos de sus manos, ¿pero es motivo suficiente para dejar de creer de antemano? Otra de las frases hechas que se oye cuando se acerca el Festival es que todo esto se trata de “un chanchullo político”. Razón no falta a quienes piensan eso, pero el razonamiento, lejos de estar enmarcado en raras conspiraciones, se basa en el flujo migratorio de los países del Este.
El sistema de votación es el que es, por lo tanto que haya ciudadanos de tu país repartidos por Europa será la clave o no del éxito. Moraleja, muy simple, España tiene una cantidad mínima de ciudadanos repartidos por el viejo continente, por lo que las posibilidades disminuye. Si a esto sumamos nuestra propia responsabilidad de no haber acertado con los candidatos últimamente, la ecuación está resuelta.
Pero no es hora de sollozos y llantos. Hay que apoyar a Lucía Pérez y su ‘Que me quiten lo bailao’ con todas las ganas del mundo. El resultado, salvo milagro ya sabemos cuál es, pero por qué no vamos a confiar en una muchacha como Lucía que va cargada de ilusión y ganas de representar a una bandera y un país.
Desde hace unas semanas, y como es habitual en este país de cenizos y pesimistas, las voces de apoyo y ánimo a Lucía Pérez, candidata a representar a España en Eurovisión, han sido mínimas.
Pasados los años de euforia con los representantes surgidos de 'Operación Triunfo', y tras un lustro de resultados más que decepcionantes, se entiende que la gente no las tenga todas consigo y vea este Festival como una pantomima de la cual deberíamos salir. Aunque bien es cierto que si por muchos hubiera sido no hubiéramos jugado más mundiales de fútbol, y vaya, el resultado del último no fue malo.
Bien es cierto que en Eurovisión no todo depende el candidato. Es más, las posibilidades reales de ganar está muy lejos de sus manos, ¿pero es motivo suficiente para dejar de creer de antemano? Otra de las frases hechas que se oye cuando se acerca el Festival es que todo esto se trata de “un chanchullo político”. Razón no falta a quienes piensan eso, pero el razonamiento, lejos de estar enmarcado en raras conspiraciones, se basa en el flujo migratorio de los países del Este.
El sistema de votación es el que es, por lo tanto que haya ciudadanos de tu país repartidos por Europa será la clave o no del éxito. Moraleja, muy simple, España tiene una cantidad mínima de ciudadanos repartidos por el viejo continente, por lo que las posibilidades disminuye. Si a esto sumamos nuestra propia responsabilidad de no haber acertado con los candidatos últimamente, la ecuación está resuelta.
Pero no es hora de sollozos y llantos. Hay que apoyar a Lucía Pérez y su ‘Que me quiten lo bailao’ con todas las ganas del mundo. El resultado, salvo milagro ya sabemos cuál es, pero por qué no vamos a confiar en una muchacha como Lucía que va cargada de ilusión y ganas de representar a una bandera y un país.
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