Una edad difícil


Lo lleva mamá”. Estas palabras, con la dulce seriedad de quien da una orden con una sonrisa, todavía piquetean en mi cabeza. En el suelo, un niño de un par de años, tres como mucho. Mirando, de forma expectante y escondida bajo un gran paraguas, su madre. Ella debe tener aproximadamente unos 30 años. 

Mentira, en realidad sé que tiene exactamente 30 años, ni más ni menos. Soy consciente de ello porque tras una breve batalla frente al paraguas y los sollozos de un niño proactivo, por fin puedo mirar su cara. Se trata de una compañera del bachillerato. Por desgracia no recuerdo su nombre. Alicia, Ana… no lo sé bien, y me afano en pensar que ella tampoco se acordará del mío para descargo de mi inconsistente memoria. Han pasado 13 años y tan solo fuimos juntos un curso, el saludo sería algo impostado, por lo que decido seguir mi camino aunque en la distancia no pierdo ningún detalle de la escena.

Una ronda de tetas y cervezas en 'Shameless' (#recomendación)

shamless tetas cervezas

Desde que se inventó Instagram nuestra realidad tiene un color distinto. No se trata de una mirada nueva o diferente, simplemente es cuestión de tamizar lo que sucede de verdad, poner un filtro para que las cosas hagan menos daño. Pues bien, ‘Shameless’, una serie que si todavía no has visto, ya estás tardando en hacerlo, pretende mostrar la realidad tal como es, sin un gris borroso que difumina los colores, o un desenfocado para no ver la mierda que hay por detrás. Todo claro, nítido y sin ojos borrosos.

Soy pobre, no de la clase media


Si las personas tuviéramos el buen vicio de hablar con propiedad, en vez de marear perdices inoportunas, o jugar a hacer círculos sobre el significado de las cosas, seguramente seríamos mucho más felices y nuestros niveles de estrés y ansiedad serían casi nulos. Pero no, una vez tras otra nos vemos obligados a hacernos trampas al solitario para tener un estúpido e irreal placebo de felicidad.
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