Carlos Queiroz, José Antonio Camacho, García Remón, Vanderlei Luxemburgo, López Caro, Fabio Capello, Bernd Schuster, Juande Ramos, Manuel Pellegrini y José Mourinho... Esa es la estela que deja tras de si Vicente del Bosque, último entrenador que estuvo en el Real Madrid más de dos temporradas.
En 9 años, 10 entrenadores. Crápulas, envidiosos, mentirosos, con cuadrados mágicos, prepotentes, defensivos, rácanos, chulos, vendedores de humo, con trivotes de doble soporte... Ni uno solo de los diez entrenadores que han pasado por el Real Madrid desde 2003 merece haber estado sentado en el banquillo local del Santiago Bernabéu.
Se han podido ganar títulos, como la reciente Copa del Rey de Mourinho o la Liga de Capello, pero el precio pagado en cuanto a fútbol, que es de lo que se trata, ha sido muy alto.
Además, hay que añadir que a esta larga, absurda e inusual lista de entrenadores se suman unos cuantos presidentes de poca honorabilidad. En definitiva, que la imagen que ofreció el Madrid en la enésima derrota frente al Barça, no es más que el reflejo de una pésima gestión desde los despachos que se prolonga hasta el césped.
Los vicios y defectos de Mourinho son la continuación de la pauperrima labor de Florentino Pérez como presidente, en primer lugar, y la herencia de todos esos entrenadores de medio pelo que no son dignos del equipo blanco. En todos estos meses de dolorosas y vergonzosas derrotas, se habla del señorío del Real Madrid y otras cuantas bobadas más sin hacer hincapié en lo que realmente sustenta dicho señorío: las victorias.
Puedes ser un equipo modélico, respetuoso, que juega limpio... pero si no ganas, nunca serás nadie. La historia del madridismo se mantiene gracias a las victorias honrosas y las derrotas asumidas. Lo malo del Madrid actual, el de Floren y los portugueses, es que ni gana ni sabe perder. La historia gloriosa y de victorias del Real Madrid está por encima de ellos, y si no lo comprenden, bien harían en marcharse.
En 9 años, 10 entrenadores. Crápulas, envidiosos, mentirosos, con cuadrados mágicos, prepotentes, defensivos, rácanos, chulos, vendedores de humo, con trivotes de doble soporte... Ni uno solo de los diez entrenadores que han pasado por el Real Madrid desde 2003 merece haber estado sentado en el banquillo local del Santiago Bernabéu.
Se han podido ganar títulos, como la reciente Copa del Rey de Mourinho o la Liga de Capello, pero el precio pagado en cuanto a fútbol, que es de lo que se trata, ha sido muy alto.
Además, hay que añadir que a esta larga, absurda e inusual lista de entrenadores se suman unos cuantos presidentes de poca honorabilidad. En definitiva, que la imagen que ofreció el Madrid en la enésima derrota frente al Barça, no es más que el reflejo de una pésima gestión desde los despachos que se prolonga hasta el césped.
Los vicios y defectos de Mourinho son la continuación de la pauperrima labor de Florentino Pérez como presidente, en primer lugar, y la herencia de todos esos entrenadores de medio pelo que no son dignos del equipo blanco. En todos estos meses de dolorosas y vergonzosas derrotas, se habla del señorío del Real Madrid y otras cuantas bobadas más sin hacer hincapié en lo que realmente sustenta dicho señorío: las victorias.
Puedes ser un equipo modélico, respetuoso, que juega limpio... pero si no ganas, nunca serás nadie. La historia del madridismo se mantiene gracias a las victorias honrosas y las derrotas asumidas. Lo malo del Madrid actual, el de Floren y los portugueses, es que ni gana ni sabe perder. La historia gloriosa y de victorias del Real Madrid está por encima de ellos, y si no lo comprenden, bien harían en marcharse.