Todos los medios se han lanzado a asegurar que la noticia del adelanto electoral fue una sorpresa pero que todo el mundo lo esperaba.
Sí, claro. El FC Barcelona este año hará buen juego, pero puede que no gane nada. Jugar con dos postulados que pueden ser ciertos es muy sencillo para los medios de comunicación, pero la cuestión era saber el cuándo y el porqué. Y a día de hoy, nadie supo determinar la primera, y no se sabe dar explicación a la segunda.
El presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, esperó al último día laborable de julio para anunciar el adelanto electoral. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Los que creen saberlo se lanzan a la piscina, total, mañana nadie dará cuenta de sus especulaciones. Pero que nadie juegue a ser el listo de la clase. Que por la cabeza de muchos miembros del PSOE rondaba la idea de que Zapatero debía convocar elecciones antes de final de año, eso no es sorpresa. Que Alfredo Pérez Rubalcaba sale beneficiado de este movimiento, es evidente, que no lo va a reconocer que ha tenido algo que ver, tampoco.
Así pues, tenemos elecciones generales el 20 de noviembre. Sobre la fecha, mil juegos y conjeturas. Que si beneficia a unos, que si otros se van a retratar. Era lo mejor, lo peor. Pues miren, una fecha más. Un día que puede no apetecer ir a votar si la campaña se pone tediosa, ruin y absurda, o sí, si ese 20-N se presenta soleado y con una mañana de paseo.
Y es que en ocasiones los aficionados la sociología juegan sin mesura al qué pasará y por qué. Interpretar lo de la fecha como una clara provocación y una idea de enfrentamiento, puede ser aplicable a cuatro fanáticos de ambos extremos que se toman ese día como una celebración, una ofensa o un ritual. Los demás, el resto de la ciudadanía, los que pagan facturas, dan llamadas perdidas para que el otro les llame o están atentos a la sanción que la UEFA le pone a Mourinho, les da lo mismo el día. Solo quieren poder ofrecer su opinión para que llegue un nuevo Gobierno y puede empezar a cambiar la situación.
Esa gente no se plantea si Zapatero ha hecho bien o ha hecho mal. Dentro de unos meses valorará en las urnas cómo se ha portado estos últimos tres años, y ya está. En ocasiones es la prensa la única que, debido a intereses comerciales y tendenciosos, juega a interpretar y valorar lo que supone o no.
Sí, claro. El FC Barcelona este año hará buen juego, pero puede que no gane nada. Jugar con dos postulados que pueden ser ciertos es muy sencillo para los medios de comunicación, pero la cuestión era saber el cuándo y el porqué. Y a día de hoy, nadie supo determinar la primera, y no se sabe dar explicación a la segunda.
El presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, esperó al último día laborable de julio para anunciar el adelanto electoral. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Los que creen saberlo se lanzan a la piscina, total, mañana nadie dará cuenta de sus especulaciones. Pero que nadie juegue a ser el listo de la clase. Que por la cabeza de muchos miembros del PSOE rondaba la idea de que Zapatero debía convocar elecciones antes de final de año, eso no es sorpresa. Que Alfredo Pérez Rubalcaba sale beneficiado de este movimiento, es evidente, que no lo va a reconocer que ha tenido algo que ver, tampoco.
Así pues, tenemos elecciones generales el 20 de noviembre. Sobre la fecha, mil juegos y conjeturas. Que si beneficia a unos, que si otros se van a retratar. Era lo mejor, lo peor. Pues miren, una fecha más. Un día que puede no apetecer ir a votar si la campaña se pone tediosa, ruin y absurda, o sí, si ese 20-N se presenta soleado y con una mañana de paseo.
Y es que en ocasiones los aficionados la sociología juegan sin mesura al qué pasará y por qué. Interpretar lo de la fecha como una clara provocación y una idea de enfrentamiento, puede ser aplicable a cuatro fanáticos de ambos extremos que se toman ese día como una celebración, una ofensa o un ritual. Los demás, el resto de la ciudadanía, los que pagan facturas, dan llamadas perdidas para que el otro les llame o están atentos a la sanción que la UEFA le pone a Mourinho, les da lo mismo el día. Solo quieren poder ofrecer su opinión para que llegue un nuevo Gobierno y puede empezar a cambiar la situación.
Esa gente no se plantea si Zapatero ha hecho bien o ha hecho mal. Dentro de unos meses valorará en las urnas cómo se ha portado estos últimos tres años, y ya está. En ocasiones es la prensa la única que, debido a intereses comerciales y tendenciosos, juega a interpretar y valorar lo que supone o no.