Una pequeña mentira


(1 / abr / 2019) - En el último tuit que puse antes de irme una semana de vacaciones amenacé con reflexionar sobre el sentido de la vida (y más). Sobre la vida ya he cumplido; en cuanto al "más", traigo algo que no va a gustar a algún que otro compañero periodista, sobre todo de la capital.

Y es que tras una semana navegando por La Rioja, tanto en los pequeños pueblos vinícolas, como su capital, Logroño, me he dado cuenta de la sugerente irrealidad con la que vivimos muchos periodistas en Madrid. Sobre todo los que ponemos nuestros esfuerzos en la economía y las empresas.

Básicamente porque nuestra verdadera influencia e incidencia, si es que tenemos alguna, precisamente se circunscribe en ese pequeño espacio. Pese al ruido que montamos, sobre todo en tuiter, con nuestros temas, temazos, temones e historiones; la realidad es que le interesa a un grupo muy (muy) reducido de personas. Los habrá, para quedarse tranquilos, que estimen que precisamente ese es su objetivo: llegar al directivo de la planta noble. A un grupo muy pequeño que influye económicamente sobre los demás y que, precisamente, gracias a sus temas, temazos, temones e historiones toma decisiones distintas.

Ok. Para el que quiera, suya la perra gorda. Pero más allá de eso, lo que hoy escribiremos, tuitearemos, reprocharemos porque no nos citan o enlacen y etc., pasará desapercibido para todo el mundo. Y todo el mundo es casi todo el mundo.

LA REALIDAD INFORMATIVA

Con ganas de desconectar sobre bancos, eléctricas y tramas empresariales, el móvil y mi lista de medios habituales los dejé de lado. La dieta informativa sería: un poco de tertulia televisiva antes de bajar al bufet del hotel; mariposear por encima diarios locales en papel, en este caso La Rioja o algún El Correo extraviado (Vocentos), así como Noticias de Álava cuando subí más al norte; y un vistazo a El País cuando estaba disponible en los hoteles donde me he alojado.

Ya se puede imaginar, el que quiera, que sus temas, temazos, temones e historiones no tienen cabida en estos sitios. Básicamente porque no interesan a nadie. Y ya no se trata de mi dieta mediática de estos días, que en realidad puede ser tramposa por mi estado vacacional. Observando a la gente y poniendo la oreja cerca de conversaciones ajenas, la realidad para ellos es la que cuentan estos medios: los regionales, las TVs y algún gran diario nacional. Ya está. Algo de politiqueo, las obras de "su Gran Vía" y quién es el cabrón que se ha llenado los bolsillos con ello; la baja de Luis Enrique en la selección; y poco más.

Por eso me sale una sonrisa socarrona cuando veo hilos en tuiter explicando ciertas cosas; polémicas sobre citas y enlaces con retuit de toda la trupe para reafirmarse; los "yo lo saqué 5 minutos antes, soy el mejor, cítame"... En definitiva, una minijungla muy alejada de la realidad.

Y aquí volvemos a la rueda. Hemos asumido que este pequeño grupúsculo de medios de corte económico-financiero-político somos la leche en verso, y la realidad es que llegamos a muy poca gente. Somos, sin quererlo, la prensa de una pequeña élite que, en el mejor de los casos, pasamos los filtros de los equipos de prensa para llegar a las zonas nobles a las que presumimos llegar. Es nuestra pequeña mentira. Pero no la digamos en alto, hay que seguir contando temas, temazos, temones e historiones.

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