España: un futuro vertical y difuso


(30 / mar / 2015) - Los adolescentes son (y hemos sido) raros. Con 17 años se pisa con fuerza sobre un suelo inestable. El mundo bajo nuestros pies está para ser engullido. Eso al menos nos hacen creer. Nos preparan, más o menos, y con una palmada en la espalda sugieren que poniendo de nuestra parte, todo saldrá bien.

Luego llega la realidad, nos abofetea la cara, y con una sonrisa espectral nos pregunta: "¿Dónde coño te crees que vas con 18 años?". Es entonces cuando bajamos la cabeza, y con paso obediente asumimos que todavía falta mucho por hacer.

Pues bien. Con ánimo de llevar a cabo una metáfora al cursi, creo que España en estos momentos es un joven de 18 años que piensa comerse el mundo sin saber freírse un huevo. Duro pero real.

Cuando todavía oímos de manera bastante clara los jadeos de una crisis económica que ha golpeado a más de uno, los insensatos creen haber encontrado de nuevo la llave que abre la puerta de la felicidad: volver a construir. No de manera enfermiza como hace una década, pero sí alentados por creer que eso nos dará un falso dinamismo económico.

Esto, dicho sea de paso, viene palmeado por quienes anuncian a bombo y platillo que España crece, y mucho. Que exportamos más que nunca, que el Turismo nos sacará de pobres… y así, uno tras otro, merendamos mantras económicos basados en planteamientos ‘macro’ que a veces no entendemos.

¿Todo eso es real? Supongo que sí. ¿Todo eso tiene un contrapunto? Afirmo que sí. Solo hace falta juguetar un par de minutos con el buscador de Google para saber que España tiene un problema con los salarios. A la baja, claro. Y lo que es peor, hay problemas con el empleo, la educación, la sanidad, y lo más trágico, "las cosas del comer".

Por todo esto pienso que España tiene 18 años. Es decir, ya no vale con sacar buenas notas en el Instituto para engatusar a los padres (deuda y déficit ante Angela Merkel), ahora hay que hacer cosas reales para que cada uno sea persona (los ciudadanos). Los tiempos del "llegaré a casa antes de las 0’00h" han acabado. Ahora cada uno puede hacer lo que quiera, pero debe hacerlo bien.

España tiene 18 años, pero no puede volver a la construcción. Eso nunca. Ya somos adultos. Debemos decidir si queremos ir a la Universidad, hacer FP o "tocarnos los huevos". Pero lo debemos decidir rápido sino queremos ser unos ‘ninis’ en busca de un golpe de suerte.

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