Cavar o ser cavado

tazas clint eastwood

Fue hace 6 o 7 años, ya casi ni me alcanza la memoria para recordarlo. Llegaba de clase, mi primer día en Murcia, mis primeras horas en una ciudad donde no conocía a nadie. Según salí del ascensor percibí como saltaban de mi nuevo piso gritos, risas y música bastante alta. ¡¿En mi piso?! Abrí la puerta y me encontré un grupo de 8 o 9 personas en lo que parecía ser una fiesta. ¡¿En mi piso?!
 
Rápidamente me abordó Violeta, una de mis nuevas compañeras con la que apenas había cruzado 3 palabras el día en el que nos dimos el “sí quiero compartiense”. Me presentó a María, otra de las compañeras, y acto seguido a Capel, Antonio Capel… no recuerdo muy bien, los primeros días solo le conocía como “el amigo de Violeta que nos visita de vez en cuando”. 

Aunque todo cambió muy rápido. Cupido llamó a sus puertas y “el amigo” se convirtió en algo más, pero no solo de mi compañera, sino del joven madrileño que campaba por Murcia como quien no ve el mañana. Desde ese momento, hasta este lunes perdido de junio al amparo de un nuevo verano, en el que una sonriente cartera ha llamado a mi puerta con un paquete, han sucedido muchas cosas. Dos años en Murcia, compañeros que iban, venían, charlas hasta altas horas de la noche, cervezas, muchas cervezas, líos de compañeros cuando hay 5 en un mismo piso, más cervezas, mañanas arrancadas a ritmo de Marea, La Fuga, o cualquier sonido similar, más charlas, cervezas, y así hasta completar dos cursos que ahora, con el paso del tiempo, se me hacen muy cortos. 

Siempre he creído, o mejor dicho descreído, al bueno de Descartes cuando dice “pienso, luego existo”. La única realidad que puede tener uno de sí mismo es la que le dan los demás. De esta forma, en Murcia, sé que hay varias personas que me dan esa realidad, que consiguen que sepa que aquellos dos años merecieron la pena, y que nada de lo que pude hacer o decir caerá en el olvido. Violeta y Capel, Capel y Violeta, una persona formada por dos, dos compañeros que se transformaron en mis amigos, dos amigos que se han transformado en algo más, ese algo más que uno necesita para saber que las cosas merecen la pena. 

Me acuerdo de la despedida. Estuvo bañada en lágrimas secas, de esas que te hacen creer que ahí no acaba todo, que simplemente se transformará en otra cosa. Las redes sociales mantienen esa cuerda más o menos con grosor, aunque como todo debe ser alimentado. Pero algo me dice que la vida siempre tiene guardado en algún rincón momentos que se deben producir, reencuentros que dan gasolina para mucho tiempo, y cuando hay de por medio respeto, cariño y admiración, lo demás suele venir. 

Ahora me llega una taza, pero como dije al iniciar la colección, me llega otra cosa. Me llegan recuerdos, sensaciones, emociones, instantes que no podré olvidar. Nunca algo con carácter retroactivo me había puesto de tan buen humor. Como dijo Clint: “esto solo es la continuación de una gran amistad, ¿o necesitas que te lo repita?”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Designed By Blogger Templates