Y ahora tazas de café


Nunca he coleccionado nada. Bueno, no es del todo cierto, algunas cosas sí he coleccionado, pero la realidad es que siempre lo he dejado a medias. Bien porque la paciencia y yo no tenemos una relación muy decorosa, o porque quizá no he topado con algo que me haya impulsado a ir un paso más allá. La cuestión es que no hay nada a lo que me pueda aferrar mirando, cuidando y entregando mi vida como si fuera lo único que tengo. 

He hecho algunos amagos bastante livianos. Sin ir más lejos, en este Blog, durante un tiempo me dediqué a airear mis nuevas adquisiciones de periódicos en papel de toda España. Pero no cuajó. Quizá por ese ánimo revanchista que tengo contra el propio periodismo, o porque al final, como todas mis fallidas colecciones, no me llamaba la atención.
 
Pero he decidido poner punto y final. A mis 30, y para escapar de una crisis (real) que algunos diagnostican al llegar a la tercera decena, voy a coleccionar tazas de café. Además, supone un verdadero reto porque, entre otras cosas, hasta hace apenas 42 días no me gustaba el café. Y sí, lo sé, esta colección tiene toda la pinta de que también va a fracasar, aunque algo me dice que la motivación que me lleva a hacerla conseguirá que sea la más fructífera de mis colecciones, al menos de las que he hecho hasta ahora. 

Es así por varios motivos, pero el principal, incluso más allá de las tazas, lo que quiero coleccionar son momentos, sensaciones, recuerdos que ir almacenando en forma de un objeto tan simple, pero que a la vez puede llegar a esconder tanto en su fondo, que me transmite buenas vibraciones. 

Me da lo mismo que sean bonitas, caras o valiosas. Para mí simplemente proyectarán el significado que yo quiera darlas, y como sobre todo aceptaré muchos obsequios, supondrán un viaje de la mano entre regalado y regalador. Lo principal es que signifiquen algo en esta nueva fase de mi vida, y que dentro de muchos años, al volver la vista atrás, pueda recordar en el fondo de cada taza que el momento mereció la pena y no hay nada de lo que arrepentirse. 

Para empezar, tres. Una de ellas, “la roja de Nescafé”, simplemente supone el inicio de la misma, el momento simple de una compra, un “mira que gracioso, regalan una taza”, pero junto a la persona más importante de mi vida. Así pues, un buen comienzo. Las otras, de dos empresas, marcan un límite, la frontera de un camino recorrido de 5 años, con respecto a los nuevos pasos que seguramente tenga que dar. Son puro simbolismo entre lo que me hubiera gustado ser, lo que soy, y el futuro incierto que se posa cada mañana delante de mi ordenador. 

Doy por inaugurada mi Colección de Tazas de Café. Espero que se porte bien la gente, y sobre todo no olvide que no son tazas, son recuerdos.

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