Sí, en pleno noviembre y vacaciones. Así son las cosas y así las cuento. Quizás podría haber aguantado hasta Navidad para tener un merecido descanso, pero bueno, nunca viene mal airearse de la gran ciudad y desconectar un poco.
Lo cierto es que apenas tuve descanso en verano. Una semana mal cogida en julio y un puñado de días en el mes de septiembre en París. Todo eso en un año de jornadas de 10 horas diarias como norma general. Así, lo mejor es dejar el mundano ruido y tirarse a las estepas extremeñas para descansar.
Tampoco voy hacer alardes de insumisión total con respecto al mundo. Entre otras cosas porque un periodista, al menos así me creo, no puede tener la capacidad de hacer como que no le importa lo que suceda a su alrededor. Por ello, la desconexión es más material que espitirual. Esto consiste en leer la prensa relajadamente, ver la información sin involucrarse, y, sobre todo, sin tener esa necesidad imperiosa de contar lo que pasa.
Con todo esto, vamos a disfrutar unos días de buena repostería, fútbol, cine y algo de "telebasura", que siempre sienta bien. Habrá que recargar las pilas que después vienen días de bonitos excesos, de trabajo y de ocio.
Lo cierto es que apenas tuve descanso en verano. Una semana mal cogida en julio y un puñado de días en el mes de septiembre en París. Todo eso en un año de jornadas de 10 horas diarias como norma general. Así, lo mejor es dejar el mundano ruido y tirarse a las estepas extremeñas para descansar.
Tampoco voy hacer alardes de insumisión total con respecto al mundo. Entre otras cosas porque un periodista, al menos así me creo, no puede tener la capacidad de hacer como que no le importa lo que suceda a su alrededor. Por ello, la desconexión es más material que espitirual. Esto consiste en leer la prensa relajadamente, ver la información sin involucrarse, y, sobre todo, sin tener esa necesidad imperiosa de contar lo que pasa.
Con todo esto, vamos a disfrutar unos días de buena repostería, fútbol, cine y algo de "telebasura", que siempre sienta bien. Habrá que recargar las pilas que después vienen días de bonitos excesos, de trabajo y de ocio.