No voy a ser yo sospechoso en la defensa de la iglesia católica o cualquier otro tipo mandanga religiosa. Pero respeto todo y a todos. Es más, creo que en una coexistencia pacífica y bien organizada, todos pueden rendir culto a sus santos, imágenes y lo que plazca a cada señor.
Dicho esto, me causa mucha curiosidad el revuelo que se ha organizado alrededor de la JMJ y la visita del Papa Benedicto XVI a nuestra santa patria.
Esta curiosidad viene predispuesta por dos factores. El primero es la rabia contenida que tienen muchos y su extraña manera de descargarla. Y la segunda, sobre la que quiero centrarme, es el hábito tan peligroso que ha cogido la gente para interpretar los datos y la información a su libre albedrío.
Antes de nada, sobre este asunto, quiero hacer en gran parte responsable a los medios de comunicación, puesto que en última instancia son los que ofrecen dichos datos e información con fines muy dududos en la mayoría de las ocasiones. Por lo tanto, la gente se ha lanzado a la calle y las redes sociales a insultar, reprochar y menospreciar la visita del Papa.
Estoy de acuerdo en que se podrá estar conforme o no con su visita. Podrá parecer un despilfarro su llegada, otros lo ven como una oportunidad. En fin, las interpretaciones a priori son lo que son, una gilipollez. ¿Cómo se pueden estimar unos ingresos de casi 100 millones de euros?, ¿de dónde han salido las partidas de gasto?, ¿las ha visto alguien?
Lo cierto es que me da la risa cuando todos los días salen datos, de uno y otro "bando", en los que se habla de gastos contra ingresos que se va a recibir. Por no hablar de las soflamas estúpidas y moralistas que se argumentan, por ejemplo, desde el movimiento 15-M para boicotear todos los actos.
Señores, niños y caballeros de este humilde país. Si tienen los datos en la mano, hablen. Cuando se haya ido el Papa y sepan las cifras económicas que ha dejado, hablen. Hasta entonces, y para que nadie parezca más tonto de lo que es, yo recomiendo mantener la boca cerrada.
Dicho esto, me causa mucha curiosidad el revuelo que se ha organizado alrededor de la JMJ y la visita del Papa Benedicto XVI a nuestra santa patria.
Esta curiosidad viene predispuesta por dos factores. El primero es la rabia contenida que tienen muchos y su extraña manera de descargarla. Y la segunda, sobre la que quiero centrarme, es el hábito tan peligroso que ha cogido la gente para interpretar los datos y la información a su libre albedrío.
Antes de nada, sobre este asunto, quiero hacer en gran parte responsable a los medios de comunicación, puesto que en última instancia son los que ofrecen dichos datos e información con fines muy dududos en la mayoría de las ocasiones. Por lo tanto, la gente se ha lanzado a la calle y las redes sociales a insultar, reprochar y menospreciar la visita del Papa.
Estoy de acuerdo en que se podrá estar conforme o no con su visita. Podrá parecer un despilfarro su llegada, otros lo ven como una oportunidad. En fin, las interpretaciones a priori son lo que son, una gilipollez. ¿Cómo se pueden estimar unos ingresos de casi 100 millones de euros?, ¿de dónde han salido las partidas de gasto?, ¿las ha visto alguien?
Lo cierto es que me da la risa cuando todos los días salen datos, de uno y otro "bando", en los que se habla de gastos contra ingresos que se va a recibir. Por no hablar de las soflamas estúpidas y moralistas que se argumentan, por ejemplo, desde el movimiento 15-M para boicotear todos los actos.
Señores, niños y caballeros de este humilde país. Si tienen los datos en la mano, hablen. Cuando se haya ido el Papa y sepan las cifras económicas que ha dejado, hablen. Hasta entonces, y para que nadie parezca más tonto de lo que es, yo recomiendo mantener la boca cerrada.