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Cuando callar es bueno


Un día más me resisto a escribir sobre 'Democracia Real Ya!', y es que, aunque parezca mentira, a estas alturas todavía no estoy posicionado a favor o en contra de dicho movimiento. Es decir, creo que el fondo de la cuestión merece ser oído, respetado y apoyado, pero las formas y su puesta en escena me parece mala. Así pues, y como ya he recibido más de una crítica por no aborregarme ante la masa, prefiero mantenerme al margen y seguir haciendo lo poco que sé, y que tampoco sé si lo hago bien, que es ser periodista.

Por todo ello, en esta entrada quiero hablar de otro de los candidatos a la alcaldía de Madrid. En este caso se trata de Alberto Ruíz-Gallardón. Si como ya comentaba el candidato de UPyD no me terminaba de convencer, después del desayuno informativo al que he asistido, hay algo que me dice que mi voto tampoco irá para Gallardón. Aunque bien es cierto que a día de hoy también sé que no votaré a Jaime Lissavetzky. Así que, si nada cambia, no sé muy bien lo que haré con respecto a la alcaldía de Madrid.

Pero vayamos por partes. Lo que no me ha gustado de Gallardón ha sido su mutismo. Al igual que hace el líder de los populares, Mariano Rajoy, lo mejor es no decir nada, y eso, en política, y sobre todo en campaña, es bastante poco.

La mayor callada la ha dado al ser preguntado por la posibilidad de abandonar la alcaldía para dedicarse a la política nacional. Su respuesta, bueno, si es que lo que ha dicho se puede denominar respuesta, ha sido... nada. No ha contestado. Ha realizado una serie de circunloquios, pero ha dejado el asunto en el mismo punto de la pregunta, sin saber si se irá o no.

Con respecto a la Deuda que tiene Madrid de unos 8.000 millones de euros, ha dicho que ha sido adquirida con resultados positivos para la ciudadanía. Sí, lo malo será solventarla.

En fin, a tres días de las elecciones municipales todavía no tengo nada claro mi voto. Y lo malo es que ninguno de los candidatos me termina de convencer. Eso sí, iré a votar, porque creo en el sistema democrático, sin apellidos, que tenemos. Otra cosa muy distinta es que piense que la calidad de los políticos es óptima, pero eso es otro cantar.
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