Ni flores ni guadañas


(25 / nov / 2018) - La sociedad está cambiando cada vez más rápido. Es un hecho. Discutir este axioma sería de necios. De modo paralelo, lógicamente, cambian las relaciones, el empleo, las formas de ocio, la política, la economía... Captamos la idea, ¿no?

El siguiente debate sería estimar si esos cambios están siendo buenos o malos. Y aquí cada uno, desde su percepción personal, tendrá una forma de ver las cosas. Estarán los optimistas, quizá porque su vida sea plena y gozosa. Y, por otro lado, estarán los pesimistas; bien porque no tengan en la vida lo que querían, o, lo que es peor, porque son cenizos por naturaleza. Ahí entramos los medios de comunicación. Todo hay que decirlo.

Sobre este segundo punto, y bajo la responsabilidad social que debería tener el periodismo, aunque cada vez sea menor, últimamente me despistan los mensajes catastróficos que se lanzan. Todo bajo la premisa de que hace 10 o 20 años todo era una maravilla. Porque como todos sabemos, hace un par de décadas éramos unos adelantados en derechos sociales, la mujer estaba incorporada de pleno al mercado laboral, la inmigración estaba integrada, los abuelos eran fenomenalmente tratados por sus hijos y nietos...

Y no solo eso. Los jóvenes encontraban empleo sin problema y el acceso a la vivienda era una bicoca. Si alguien quiere verlo así, que lo vea. Por mi experiencia personal y la de mi entorno, esa facilidad no era tan propensa. De ahí que no entienda el mosqueril cojonismo que traen algunos periódicos últimamente.

"Los jóvenes españoles ya no pueden ni comprar ni alquilar vivienda" o "Los jóvenes de hoy viven peor que los mileuristas de hace una década". Todo eso en el mismo fin de semana. Muerte y destrucción. Caos. Todo es una ruina. Pues miren, buenos lectores de este blog, ni sí ni no. Ni que todo sean flores perfumadas en una preciosa mañana de primavera; pero que tampoco sucumbamos a la guadaña de nadie. Estamos en medio de un cambio demasiado grande como para que no se tambaleen los cimientos de la sociedad entera.

TECNOLOGÍA, SIN MÁS

Por mi situación profesional como periodista que atiende bastantes asuntos de tecnología, llevo años oyendo temas de inteligencia artificial, robótica, y, lo que es más importante, la relación de la sociedad y la economía con estos aspectos. Todo ello enjuagado con la naturalización en el uso de internet, grandes avances tecnológicos, ahorro de costes empresariales derivado del uso de la tecnología...

Y, por si fuera poco, el transhumanismo llamando a nuestra puerta. Es decir, la capacidad cada vez más real de que el ser humano tenga atributos robóticos implementados en su cuerpo para el desarrollo social.

Suficientes cambios como para vivir un cambio de paradigma en toda regla que, solo un iluso o un mercadero del pesimismo, cree que no pueden influir. Desde hace unas semanas leo 'Sapiens'. Un relato divulgativo bastante interesante que refleja, precisamente, cómo ha evolucionado la sociedad. Y me podéis creer, no ha sido ni rápido ni sencillo.

Y en esas justamente creo que estamos. Una putada para los que somos jóvenes, sí; una jodienda más grande porque estamos ante líderes políticos incapaces de controlar la situación, sí. Pero creo que los discursos apocalípticos hacen de todo menos ayudar. Básicamente, y aquí asumo mi responsabilidad como parte del oficio, porque muchas veces buscan el clic, la visita ante lo terrible; aunque quizá no reflejen la realidad.

Con esto no niego ni problemas ante el acceso a la vivienda, el trabajo o la precarización en todos los aspectos. Pero creo que muecas de rabia y datos cocinados tampoco ayudan. Lo mejor será afrontar nuestro presente con optimismo y sabiendo que el mundo seguirá.

1 comentario:

  1. Muy buenas reflexiones Raúl Masa. La dosis de optimismo justo, sin obviar la realidad.

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