Seis años... hola de nuevo Barcelona


(25 / feb / 2017) - Han pasado seis años desde que estuve en el 'Mobile World Congress' de Barcelona por última vez. En esta edición toca repetir. Las sensaciones son distintas, aunque en realidad no lo recuerdo bien. Era un joven ingenuo y gilipollas. Bueno, ahora soy igual solo que mi cabeza alberga ciertas canas.

Intento creer que muchas cosas han cambiado. Que soy mejor persona y profesional. Incluso, llego a pensar que escribo mejor que hace seis años. Lo cierto es que nada de eso ha pasado.

De hecho, lo único que ha cambiado -y no creo que a mejor- ha sido mi cuerpo. Más viejo, con una insinuante barriguita (llena de felicidad, supongo) y a veces hasta ojeras. Este evento me hace medir el tiempo de una manera exacta. Así, puedo repasar de forma casi milimétrica cómo han sido estos últimos seis años.

Por el camino he tenido varios trabajos, he sido freelance e incluso hice mis pinitos como comercial de ventas... El círculo se cierra, supongo, con la vuelta a Barcelona para cubrir el MWC.

Será un gran viaje. Quizá uno de esos que te hacen reflexionar, plantearte muchas cosas y dar valor a otras. Supongo que para eso deberían valer los viajes, ¿no? Es cierto que habrá que trabajar mucho, a eso vamos, pero si las cosas no tienen un significado más allá de su acto mecánico, ¿entonces para qué sirven?

Me da miedo pensar dónde estaré dentro de seis años. Estos últimos 2.200 días me han valido para dejar atrás, definitivamente, mi paso por Murcia; el miedo a ciertas cosas; irme de casa de mis padres; hacer una vida con otra persona... También he arreglado una persiana y cambiado un par de bombillas de las luces del coche, ya soy adulto.

A nivel profesional he dado un gran salto. No sé si soy el periodista que pensaba hace nueve años cuando becariaba en la sección de cultura del diario 'La Verdad' de Murcia. Solo tengo claro la suerte de haberme cruzado con gente que me ha enseñado, al menos, a ser algo mejor. Ahora toca seguir aprendiendo.

A veces creo que no ha cambiado nada. Que soy el mismo que hace seis años cogía el AVE en Atocha, camino de Barcelona, con una mezcla por igual de nervios e ilusión. Este fin de semana volveré a coger el mismo tren, y la maleta vuelve a ir llena de nervios e ilusión. Al final, supongo, esa es la única mezcla que nos acompaña toda la vida.

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