Soy periodista y a veces me equivoco


(17 / jul / 2015) - Siento defraudar a toda mi legión de fans, así como a los incondicionales en general que piensan que un periodista nunca se equivoca (o mete la pata). Pido disculpas, de verdad: pero alguna que otra vez he cometido errores. Y para ahorrar traumas, os diré que también he visto en persona cómo otros lo hacen.

Pero aquí no he venido a hablar de lamentos ajenos. Cada cual sabrá lo que hace. Solo quiero dejar constancia de que no soy el periodista más listo del mundo (ni el más guapo). Cada día intento hacer mi trabajo, ser lo más riguroso posible y evitar dar lecciones a nadie.

Dichas lecciones se han puesto de moda en las redes sociales. Trols del mundo, si me falta una coma, una tilde, un punto (o tengo una errata), yo te agradezco que me lo digas. Seguramente me volverá a pasar, pero tu actividad trolleadora me servirá para tener las cosas mejor.

Lo mismo te digo, querido compañero, si cuando comentamos algo por Twitter tu única ilusión (obsesión) es quedar por encima de mí, hacer ver a todos que sabes más, que tienes más experiencia y que tu verdad se elevará a los cielos. Además, tienes que añadir tu toque de gracia y humor para que encima la gente se dé cuenta de que eres chisposo. Todo para ti. Yo me quedaré con lo poco o mucho que haya podido sacar de ese debate o discusión. Tomaré nota de las explicaciones y comentarios, e intentaré que haya servido para algo.

Soy periodista y a veces me equivoco. Lo digo alto y claro. Intento ser objetivo, riguroso, contar a quienes me leen (sean muchos o pocos) lo que sucede dentro de su contexto. ¿Lo hago siempre? No. A veces me prestaré a subjetivar los temas, dar mi punto de vista más de lo debido, no haber hecho las preguntas pertinentes, ser demasiado dócil con quien no debo y sacar pecho con quien tampoco lo merece. Darme cuenta de que sucede eso me lleva (y obliga) a tomarme más en serio mi trabajo. Ser más responsable y consecuente con mi “misión”. Dicha “misión”, sin entrar en peripecias salvadoras, consiste en informar (o entretener) a quien llegue a mi texto, artículo, entrevista o reportaje.

Con este alegato, no quiero creerme mejor que nadie. Simplemente, y conociendo el asunto, mi desconfianza hacia un periodista será mayor cuanto más grande sea la buchaca de su ego. Miraré con reservas al periodista que alardee sobre no haberse equivocado nunca. Al que crea saberlo todo. Al que hable más que escuche, al que señale más que observe.

Si cometo errores todos los días como persona, cómo no los voy a cometer como periodista. Solo hay uno perfecto, lleva capa, se llama Superman y es de mentira. Los demás periodistas (o al menos yo) nos equivocamos a menudo. A veces doy por sentadas las cosas, no contrasto todas las fuentes que debería, me fío de una Agencia o una nota de prensa... Por eso, cada día me pongo el objetivo de ser más crítico, analizar mejor las cosas, no dar nada por bueno, cuestionarme todo, escuchar a quienes saben (de verdad) más que yo.

Unas veces lo haré mejor, y otras peor. Pondré todo de mi parte.

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