En un lugar llamado Munich
(19 / jun / 2015) - Cada viaje es único, especial, tiene algo que le hace distinto. Además, un viaje siempre se divide en tres partes bien diferenciadas. La aproximación, o lo que es lo mismo, todo lo que esperas, lo que no, las inquietudes previas… el propio viaje… y el después, la fase en la que digieres la realidad (o imaginación) del viaje.
Esta semana he estado en Munich, de la mano de Huawei, para cubrir un evento de la marca china. Para más información, pasen por SABEMOS.
Aunque del libro que hoy he venido a hablar no tiene nada que ver con la compañía china y sus cosas. Se trata de compañeros, de esos que no conoces y a los que luego no puedes renunciar. Compañeros que no lo son hasta que no les pones cara y escuchas parte de sus vidas, sus historias, sus preocupaciones como personas y periodistas.
Cuando me hicieron formar parte de la tripulación que viajaría a Munich no sabía quiénes eran mis compañeros. Es decir, eran Arantxa Herranz (@aherranz), Ana Muñoz (@amudef), Pablo Fernández (@AHardDisksNight), Rufino Contreras (@Chuficontreras) y Raquel Sanz (Huawei). Pero al margen de sus nombres y avatares, nada más. Con alguno había comido alguna que otra vez, aunque sin cruzar palabra. Con otros, a través de las redes nos habíamos lanzado mensajes, aunque poco más. Ahora todo eso ha cambiado.
Con tanta red social y frivolidad como hay en el mundo del periodismo, no llegas a conocer a nadie realmente bien. Ahora tampoco creo que conozca a mis compañeros de viaje, y quién sabe, a lo mejor no volvemos a coincidir nada más que para tirarnos un cortés saludo a la cara. Pero ellos ya forman parte de mí, de lo que soy.
La cuestión, en toda esta retahíla de cursiladas, se centra en el escaso valor que a veces damos a las personas y lo importante que es saber escuchar para entender sus miedos o preocupaciones, virtudes, defectos, sensaciones… La cuestión reside en algo tan fundamental (y simple) como conocer a otras personas. Perder el miedo a abrirse uno mismo, abrir a los demás, dejar que se den a conocer.
La vida, definida como viaje, guarda en sí misma este otro tipo de viajes. Los de verdad, los de embarcar en un avión y abrocharse el cinturón de seguridad. Tanto en uno como otro, creo que no hay nada más importante que escuchar, compartir, agradecer, sonreír… Hay viajes que son algo más que un viaje. No se trata de Huawei, ni de Munich o lo que haya podido escribir para mi medio, que podría ser cualquier otro medio. Se trata de darse cuenta de la realidad, de lo que importa: las personas. Se trata de conocer al de al lado y darte a conocer.
Quizá solo sea un viaje más, una muesca en el revolver. Pero si de cada muesca no hacemos algo distinto, especial, único… entonces son muescas sin ningún valor.
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