Esos pEGOdistas


(13 / may / 2015) - Vale, este juego de palabras puede pasar a la historia infame de los juegos de palabras, pero no se me ocurría nada mejor para elevar a crítica lo que se convierte en realidad en el mundillo periodístico: que los egos atrapan a las personas y no les dejan levantar cabeza.

Realmente no sé bien cómo definirlo. Es una mezcla entre ego, envidia insana, maldad descontrolada y estupidez. Además, las redes sociales han venido a resaltar las peores virtudes de cada casa (o cada avatar).

Esta reflexión, la cual asumo que no aporta nada nuevo, viene a raíz de la clásica historia de nuestros días. Un periodista (o varios) llevan a cabo un trabajo, es elogiado por los de su bando, a otros les parece interesante, pero siempre están los que “esperaban más”, “sí, pero no”, “eso lo haría yo mejor”, ¿POR QUÉ? ¿Por qué tenemos que juzgar, prejuzgar y sojuzgar de manera tan airada?

Quizá Yupi y un servidor somos gilipollas. Lo asumo. En nuestro mundo nos gustaría que un periodista elogie el trabajo de otro, o al menos no lo menosprecie. Junto a Yupi, haría todos los retuits necesarios. A los compañeros de mi medio, a los de al lado, y con mayor sentido a los de enfrente. ¿Por qué cuesta tanto reconocer el trabajo de un compañero periodista? ¿Ego, estupidez, mala baba?

Todo esto, de manera vistosa, lo han venido a reforzar las redes sociales. Más que reforzar, lo que han hecho es externalizar los egos que hay dentro del periodismo. Egos desmedidos, egos que buscan la primera fila, la mano en el lomo, que quieren su bandeja llena de correos, ser los mejores… ¡ays, los mejores!

Como no soy perfecto ni hipócrita, ¡claro que me gusta tener notoriedad por mi trabajo!, ¡cómo no! La cuestión es que eso no está reñido con reconocer la labor de tal o cual medio en el que trabaja tal o cual compañero. No digo que no haya periodistas que no lo hagan, pero son los menos (los muy menos, si existe esta expresión). Por norma general somos más dados a la crítica, al “falta esto y lo otro”, a intentar que lo mío destaque más.

Decía que no descubría nada nuevo, y no lo hago. Es solo que me cuesta asumirlo. Egos basados en likes y RTs para creerte mejor, o para pensar que el otro es peor. Falta de humildad absoluta, desprecio y mala leche ante todo (y todos). Cada día cuando me levanto asumo que solo me voy a encontrar con personas que hacen las cosas mejor que yo, y no me asusta. Cuando llego a mi trabajo sé que todos mis compañeros tienen más experiencia y capacidad periodística que yo, y lo único que debo hacer es aprender. Lo mismo que si voy a una rueda de prensa o interactúo en las redes sociales.

No soy perfecto, lo reconozco. De hecho, repasando mi TL en Twitter, en los últimos dos meses solo hay cosas mías y de mi medio. Lo asumo, critico lo que hago. Pero también me excuso en la euforia del momento. Puedo tuitear (y lo hago) cualquier cosa tecnológica de cualquier medio o compañero. Loarle por ello, reconocer su mérito. No se me cae ningún anillo. Una lástima que con la cantidad de buena gente que hay en el mundo periodístico a veces se oiga más la voz de esos egos criticones que los reconocimientos por el buen trabajo.

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