¡Hasta luego! (Bis gleich!)


(5 / mar / 2015) - Lo dije, no me arrepiento. Sería un 30 de junio o algo así. El calor en Murcia tiene un efecto indecoroso con las lágrimas: apenas las deja brotar. Emocionarse solo te lleva al compromiso de un llanto seco y sonoro. Así fue como me despedí de mis compañeros de piso tras 2 años de andanzas, encuentros y reveses. Bueno, en realidad no fue igual con todos, nunca lo es.

"Hasta luego, nos volveremos a ver". Se lo escupí a tres personas. Fue en 2009. Desde entonces solo he vuelto a ver a una de ellas. Cierto es que con la otra mantengo una cordial relación de “likes” y comentarios en Facebook. Además he recibido un regalo suyo (y de la otra), y sé que nos volveremos a ver. ¿Pero y el tercero? No, con ese no me volveré a cruzar.

Se llamaba Felix (yo le llamaba Günter). Era alemán, y durante un año convivimos pared con pared. Fuimos “buenos amigos”. De esos que no tienen por qué mentirse en la despedida, pero lo hicimos. Nos dijimos “hasta luego”. Creo que todavía vive en España. Unos correos allí, otros mensajes aquí, un mentiroso "a ver si nos vemos", y la certeza de ser otra persona que ha pasado por tu vida pero que quizá no vuelvas a ver.

Por desgracia nuestro camino está lleno de Günters, de gente con la que vivimos, convivimos, o incluso amamos, pero que nunca volvemos a ver. Gente que se despide con un beso sonoro y un abrazo infinito. Gente que de verdad parece que quiere volverte a ver, pero solo eso, parece.

El colegio, instituto, equipo de fútbol, barrio, universidad, primer trabajo, último trabajo… Desde los 10 años, más o menos, nuestra vida se convierte en un reguero de caras. La mayoría no las volvemos a ver, salvo que una tarde de sábado estés aburrido y Facebook te dé un paseo para verlas de nuevo. Eso sí, más viejas y a veces hasta con hijos. Soy de los que piensa que no hay nada malo en llamar “amigo” a alguien que conoces desde hace un mes. Muerte a los profetas de “una amistad es un tesoro”. Una amistad es respeto, cariño, saber cuidarla, valorarla… y todo eso hasta que se acaba, porque tarde o temprano la mayoría se acaba.

"A ver si nos vemos", leo en un mensaje de WhatsApp. ¡Falso cabrón!, si sabes que no nos vamos a ver. Nos engañamos, creemos que nada cambia, pero los primeros en hacerlo somos nosotros. Es imposible que te interese a los 30 años la misma persona que lo hacía a los 18. Si lo hace es porque no habéis cambiado, y eso de bueno tiene muy poco. Las personas van y vienen, y lo mejor es asumirlo.

Bien es cierto que con otras mantenemos una relación cuerda durante toda la vida. Son los amigos, o que cada uno ponga su etiqueta. Esas personas existen, son de las que nunca te quieres despedir, a las que nunca les dices "a ver si nos vemos", sino que pones una fecha. Como fresas maduras, las vas recolectando desde el colegio, el instituto, la universidad, el último trabajo… No se trata de llenar el cesto de fresas, se trata de saber cuáles van querer quedarse a tu lado.

Miro los contactos de WhatsApp, los de Facebook. Sé con quien quiero quedar, quien no (y viceversa). "A ver si nos vemos", "sí, sí, tenemos que vernos". Malabares de falsedad. No pasa nada, así es la vida. A veces el tiempo se acaba y es mejor decir “adiós” que “hasta luego”. Quiero volver a ver a mucha gente, todos son importantes, son los que me han convertido en lo que soy. Si tú quieres, yo pongo la fecha.

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