Personas contingentes o necesarias


Debo confesarlo. Cuando hace unas semanas decidí empezar mi enésima colección de “cosas”, en esta ocasión eran tazas, y teniendo en cuenta que realmente se trataba de coleccionar momentos y vivencias con personas que me las iban a regalar (sí, mi caradura puede llegar a ser obscena), nunca pensé que crecería tan rápido en apenas unos días. 

Así pues, en esta entrada tengo el placer de anunciar que se ha añadido a mi familia de tazas una proveniente de ‘eltenedor.es’. Se trata de una taza corporativa, sí, y ya van unas cuentas, pero la persona que me lo ha dado supone tanto para mí, que merece un hueco muy especial.
 
Llega a mis manos con un “me ha dado Raquel (@RaquelGFletcher) esto para ti”. Chapuzón por el grifo para quitar un poco el polvo que siempre se agarra a los recuerdos, y listo para unirse a mis tazas. “La taza de Raquel”. Realmente llevaba con “amenazas” de que me iba a regalar una taza varias semanas. Yo sabía que me iba a obsequiar con una taza, y ella también lo sabía. Creo que ambos sabemos muchas cosas, a fin de cuentas estamos unidos por una misma matriz que ya nunca nos va a separar… y es algo que agradezco. 

Pero, ¿por qué personas contingentes o necesarias? En la película ‘Amanece, que no es poco’, cuando llega el alcalde al pueblo, los vecinos salen a recibirle, y uno de ellos, con voz profusa proclama un “alcalde, todos somos contingentes, pero tú eres necesario”. Pues en este caso, con Raquel, creo que no hay mejor definición que se le pueda solapar a la espalda. Se trata de una persona necesaria, alguien a quien tener al lado procura las dosis necesarias de bienestar si uno pretender ser feliz en estos días de viento ennegrecido. 

Me dicen que como profesional de la comunicación es igual o mejor, y de hecho así puedo garantizarlo, pero ahora no estamos en esas, si no en lo personal, para que al leer esto piense lo bien que ha hecho en regalarme una taza. Aunque estoy convencido de que lo hará, ya que en su tubito vital, donde guardamos nuestra forma de ser, Raquel alberga solo cosas positivas, y si alguna vez piensas lo contrario te amenaza con su sonrisa, algo que por cierto en tres años nunca le he visto perder. Y eso lo ganan quienes están a su lado, porque no hay nada más certero que la mirada de alguien que te puede sacar una sonrisa

Se acaba el tiempo de los piropos y los agasajos, aunque con Raquel es sencillo, tanto que realmente todo esto lo digo cuando el tiempo que he pasado con ella es ínfimo con respecto al que me gustaría haber pasado. No obstante, como ya he comentado, estamos unidos por una misma matriz, y gracias a ello podré disfrutar de su sonrisa muchos años, aunque nunca me empacharé, porque se trata de una sonrisa de esas que son de verdad, que transmiten que lo bueno siempre está por llegar, y eso “bueno” lo podremos ver juntos…

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