Llenar el depósito cuesta

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Parafraseando a aquel mítico entrenador del Real Madrid que decía algo así como "el martes hago 11 cambios, el jueves hago 4 cambios, y el sábado juegan mismos 11 cabrones que semana pasada", a nivel personal me pasa algo parecido, al menos en la inquietante situación de estar sin empleo. 

Y sobre esto, antes de hablar sobre esa evolución semanal, quiero precisar el importante matiz de "estar sin empleo", y "estar sin trabajo". Puede que para muchas personas signifiquen lo mismo, pero enraizando con lo que venía a contar, es la línea que separa la "vida y la muerte". "Estar sin empleo" significa no cobrar a final de mes, pero además, significa no tener vicio ni beneficio. Trabajar sin cobrar es de tontos, sí, de muy tontos, pero el problema es que si la cabeza no se llena de ilusiones, proyectos y metas que cumplir, como una bombilla con los filamentos desgastados, empieza a dar señales de que algo no va bien. 

Aquí es donde vengo a decir que cuesta llenar el depósito, y no solo el de gasolina, que también, sino el de las ilusiones por creer, por entusiasmarse, por mantener unas metas que alcanzar. 

Generalmente, los lunes, hago el visionado de cómo será la semana en 'SIN HORA de Cierre'. Qué se puede publicar, que no, lo que dará que hablar... También hago cábalas sobre qué escribiré en algún otro sitio en el que de vez en cuando juntos letras, y, por último, me hago el planning de los temas que estudiaré en mi curso de 'Marketing Digital'. 

Pues bien, el martes todavía se mantiene la ilusión. Uno es optimista, confía en que todo saldrá bien, que no estar parado supondrá una recompensa. Llega el miércoles, y aunque todavía no hay ningún correo que entusiasme, y ni mucho menos una llamada de teléfono que sobresalte, empiezas a tener que tirar de ti mismo. Es el momento de autoconvencerse de que las cosas van a cambiar, que ya falta poco para llegar a la meta invisible que no aparece nunca. 

Los problemas empiezan a llegar el jueves, cuando ves que solo queda una rallita en el depósito antes de que salten las alarmas. Lo que no has hecho, ya no lo haces. Piensas que total da la mismo, que ya llegará la semana que viene y el despertador sonará de nuevo a las 8 de la mañana cargado de una falsa sensación de trabajo. 

Por último, el viernes. Con la luz del depósito encendida, es síntoma de que algo no va bien. Ya no vale autoengañarse, las mentiras frente al espejo de "todo saldrá bien", se transforman en "todo es una mierda". El optimismo del lunes se transforma en una agonía que hay que saber masticar. No hay gasolina, pero pese a todo se debe pensar en llenar el depósito y seguir.

2 comentarios:

  1. Muy identificado con tus palabras, compañero. Más de lo que te imaginas.

    No es nada fácil. Pero si se deja de pedalear, no habrá ninguna posibilidad de seguir avanzando.

    Ánimo ;)

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  2. Gracias. Sí, tienes toda la razón. Y suelo pensar en tus chirriantes palabras de optimismo siempre, jeje.

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