La eterna campaña de Rajoy

Alguien de buen corazón, y sobre todo con un poco de inteligencia política, debería decirle al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, precisamente eso, que se trata del líder de una nación soberana de casi 50 millones de ciudadanos, y no el "jefe" de un partido político que busca la poltrona presidencial.

Los últimos datos sobre intención de voto siguen teniendo al Partido Popular bastante por encima de su rival directo, el PSOE. Alfredo Pérez Rubalcaba y su equipo, que se merecen otro post a parte, parece que no están haciendo bien nada. De ahí que Rajoy siga pensando que es mejor hundirles cuanto antes y liberarse de la cansina oposición socialista que podría ponerles en problemas.

Vamos, que en estos momentos, Mariano Rajoy parece que sigue en plena campaña electoral más que presidiendo un país que se encuentra inmerso en la mayor crisis económica, política y social de su historia.

Repasando la reciente agenda del líder popular, parece claro que sus actos están más encaminados al mantenimiento de su imagen y presencia amable en los medios, que a verdaderos actos políticos de trascendencia.

La recuperación del Códice Calixtino y su lucha para protegerlo, la inauguración en Madrid de la nueva sede del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la clausura del curso de verano organizado por FAES... Todo eso en la última semana. Fotos con gente del partido, antiguos presidentes, inauguraciones. Vamos, que si alguien mira la agenda del presidente y la analiza, bien pudiera pensar que estamos en noviembre de 2011, y que todo es parte de la campaña electoral.

La cuetión, pertinente, surge en la base de su realidad como presidente del gobierno español. Bien es cierto que por asistir a más cumbres, o tener más entrevistas con altos mandatarios o preisdentes regionales, no soluciona nada. Pero al menos no da la sensación de que su agenda está vacía de los problemas que preocupan a la gente. Su obsesión por cuidar la imagen, eso sí, sin hablar con periodistas, buscar en todo momento la foto que le sitúa en el centro, pero de algo amable, en definitiva, los quehaceres de un líder de oposición, sitúan a Mariano Rajoy en un prisma de presidente poco presidenciable. Quizás tantos años en la oposición le pasan factura, y ahora sienta un agravado Síndrome de Estocolmo.

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