
Sus expresiones de manual, su falta de retórica fundamentada, su "me creo guay por salir en la radio", su nula educación en algunas ocasiones. Esa sensación de creerse respaldado por la gente que está en la calle. No sé, es un cúmulo de acciones que llevo viendo un mes que no me gustan nada.
Debo confesar que desde el primer día he sido muy crítico con el movimiento 15-M. Pero no con su fin, que apoyo y respaldo al 100%, sino con la gente que se ha llenado la boca diciendo que esto es un movimiento ciudadano pero que no deja de aparecer en los medios. Esa gente que dice repeler una representación política pero que se denominan portavoces de LA VOZ DE LA CALLE, ahí es nada.
200.000 personas en la calle es una barbaridad, un auténtico grito unánime sobre la relevancia de estas protestas, pero ahí no puede quedar todo. Ahora llega el verano, y mal que pese a la gente, todos tienen un pueblo donde perderse por unos meses. La clave será a la vuelta, si todavía sigue sin haber un líder, unas ideas claras y definidas, el movimiento 15-M seguirá en un lenta agonía hacia el sueño de una noche de verano.
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