Retomo estas cosas de Masa con quien debo retomarlo, la musa de mis sueños, la lideresa, la persona que conseguirá que los pobres se vuelvan más pobres, los ricos más ricos, y parezca que ella no ha hecho nada.
La persona que habla de algaradas, tilda a los sincicatos de gamberros y después, como quien no quiere la cosa, ella no ha dicho nada.
Me refiero a Esperanza Aguirre, la líder en la sombra, la política que traerá la paz social y económica a España cuando tome las riendas. Esa mujer que tacha de "anticuaos" a los sindicatos y dos horas después está en un desfile con curas, soldados uniformados de época y conmemora lo que pasó hace 200 años.
En un día tan señalado para la Comunidad de Madrid, Aguirre, como cada año, rinde pleitesía al Grupo Prisa y les ha concedido una entrevista. Antes de ir a la misma, Aguirre, que otra cosa no, pero buenos asesores sí tiene, le advierten de que se trata de una entrevista que será escuchada en toda España y parte del extranjero, así que toca moderar el lenguaje, hablar con pretensiones de estadista y decir España muchas veces.
Está actitud me recuerda a una película del gran Luis Buñuel, 'Belle de jour'. En ella, la protagonista, una joven acomodada, descubre que tras su halo de fantasía y bienestar hay un mundo de prostitución al que se aficiona cuando no tiene el papel de esposa y amante comprometida con su marido.
Pues eso es lo que veo en mi querida Esperanza Aguirre. Dos caras, una con los madrileños, siendo déspota, no teniendo conseideración con los que menos tienen, y otra de estadista cuando se dirige a "todos los españoles".
Pese a que su edad, 60 años, ya no le permite hacer planes a largo plazo, no hay duda de que en su cabeza sigue estando La Moncloa en primera fila. Es sabedora de que el desgaste de Mariano Rajoy será terrible los próximos cuatro años, y puesto que el Partido Popular seguirá gobernando otros cuatro más, ¿por qué no pensar en cotas más altas?, dirá Aguirre.
Y así es como actúa. Planteando políticas a nivel nacional y aleccionando a todos, cuando en Madrid sube el transporte, privatiza la sanidad y la educación, y hace y deshace a su antojo. Así es ella, Esperanza de día, Aguirre de noche.
La persona que habla de algaradas, tilda a los sincicatos de gamberros y después, como quien no quiere la cosa, ella no ha dicho nada.
Me refiero a Esperanza Aguirre, la líder en la sombra, la política que traerá la paz social y económica a España cuando tome las riendas. Esa mujer que tacha de "anticuaos" a los sindicatos y dos horas después está en un desfile con curas, soldados uniformados de época y conmemora lo que pasó hace 200 años.
En un día tan señalado para la Comunidad de Madrid, Aguirre, como cada año, rinde pleitesía al Grupo Prisa y les ha concedido una entrevista. Antes de ir a la misma, Aguirre, que otra cosa no, pero buenos asesores sí tiene, le advierten de que se trata de una entrevista que será escuchada en toda España y parte del extranjero, así que toca moderar el lenguaje, hablar con pretensiones de estadista y decir España muchas veces.
Está actitud me recuerda a una película del gran Luis Buñuel, 'Belle de jour'. En ella, la protagonista, una joven acomodada, descubre que tras su halo de fantasía y bienestar hay un mundo de prostitución al que se aficiona cuando no tiene el papel de esposa y amante comprometida con su marido.
Pues eso es lo que veo en mi querida Esperanza Aguirre. Dos caras, una con los madrileños, siendo déspota, no teniendo conseideración con los que menos tienen, y otra de estadista cuando se dirige a "todos los españoles".
Pese a que su edad, 60 años, ya no le permite hacer planes a largo plazo, no hay duda de que en su cabeza sigue estando La Moncloa en primera fila. Es sabedora de que el desgaste de Mariano Rajoy será terrible los próximos cuatro años, y puesto que el Partido Popular seguirá gobernando otros cuatro más, ¿por qué no pensar en cotas más altas?, dirá Aguirre.
Y así es como actúa. Planteando políticas a nivel nacional y aleccionando a todos, cuando en Madrid sube el transporte, privatiza la sanidad y la educación, y hace y deshace a su antojo. Así es ella, Esperanza de día, Aguirre de noche.