
No voy a argumentar aquí y ahora mi apoyo al actual Ejecutivo, sino que más bien voy a clarificar porque estoy a punto de saltar del tren, y eso es gracias a la ministra de Economía, Elena Salgado.
Tras atender atentamente a la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, es cuando he entendido a la perfección ese llamado "distanciamiento" entre la clase política y la ciudadanía. Pero también me he dado cuenta que no es por la complejidad de los temas, o la falta de comprensión del "pueblo llano", es porque simplemente comunican de tal manera que no se entera nadie, ni ellos mismos me atrevería a decir.
La pregunta ha sido clara: "Señora ministra, ¿van a bajar las partidas de gasto de los Ministerios?". La respuesta, por el contrario no ha existido. Es decir, Salgado ha contestado, pero dando vueltas al gasto, a la reducción, bla, bla, bla... y al final nada de nada. Y el colmo ha sido en otra pregunta, que después de hacer lo mismo ha soltado, ni corta ni perezosa, un "creo que te he respondido"... ¿CREO? Te hacen una pregunta y no sabes si la has respondido.
Dicen que parte, sino todo, de la esencia de un político es su capacidad de retórica. Pues bien, Elena Salgado no sabe lo que es eso, o si lo sabe, toma el pelo al personal con sus speech encorsetados y solo digeribles para quienes tienen un papel lleno de datos delante. Es como preguntarle la hora a un mudo, la buena persona sólo podrá enseñarte el reloj, pues Salgado igual, la preguntas y solo puede enseñarte los papeles, porque o no quiere, o no puede decirte nada más.
Si es lo primero, me bajo del tren, y si es lo segundo... creo que también.