El extraño estrés periodístico


(24 / jun / 2018) - El periodismo vive un momento confuso. El modelo de negocio no ayuda. Tampoco lo hacen las métricas del segundo a segundo, los egos desmedidos que resuenan en las redes sociales, la presión de editores que dejaron de entender la realidad... Todo ello ha filtrado hasta el último escalón de la cadena, los verdaderos artífices de que cada día haya miles de periódicos en circulación, los obreros de este negocio: los redactores. El problema es que nos hemos dejado arrastrar por una histeria poco saludable.

Ojeo la prensa de este domingo. Como si fuera una lonja, cada uno vende su mercancía de la mejor manera posible. Pero no nos engañemos, el género es el de siempre. Veo historias que ya he leído; enfoques ya relatados; ideas que, en mi caso particular, ya cogí de otros, y ahora las veo con otra vuelta de tuerca... Entonces comienza la espiral del estrés y lo absurdo.

La perfecta combinación de unas redes sociales chivatas, ediciones actualizadas cada cinco minutos y la necesidad de hacerlo mejor que la competencia (aunque a veces sin un claro objetivo), nos lleva al estrés de, presuntamente, querer sacar noticias. Y con este acto empieza la locura.

Cuando comprendamos que noticias, lo que de verdad deberían considerarse noticias, se dan una o dos a la semana, respiraremos tranquilos. De entrada llamaremos a las cosas por su nombre. Una noticia, como digo, cuando de verdad lo es, ya es en sí misma una primicia. Por lo tanto, no puede haber ni 10 noticias al día; ni tampoco que la apertura de la piscina de tu comunidad de vecinos sea una primicia.

De ahí en adelante, pongamos a las cosas el nombre que queramos y vivamos felices. Cada uno tendrá sus objetivos. Unos querrán influencia de algún tipo, porque en realidad no la tienen todavía, otros copiar a los que dicen tener la influencia; incluso, habrá los que quieran copiar a los que copian de la influencia... aunque el objetivo sea la acumulación de páginas vistas para pagar las nóminas a los obreros de la influencia. También los habrá que quieran estar cerca del poder, otros querrán ser parte de la noticia... cada medio tiene sus propios motivos para existir, ¿pero cuándo se ha trasladado esa presión editorial a los obreros?

Siempre digo lo mismo, "somos periodistas; ni médicos, ni bomberos; nuestro trabajo a día de hoy es contar lo que pasa. Ya". Pero eso no es así. Quizá sea por la presión laboral, por puro ego -lo que me parece una locura-, por supervivencia, por placer... no sé... pero algo gilipollas nos hemos vuelto.

CITAS, RETROVISORES E IRREALIDAD

Los complejines afloran. "Fulatino no me ha citado", "Menganito me ha citado, pero no me ha enlazado", "Zutanito, aunque me ha citado, y me ha enlazado, no ha dicho que soy el mejor"... Y así, el ridículo que volcamos en público, lo elevamos al infinito. Trabajamos mirando por el retrovisor. Creemos que cada frase que escribimos es una obra de arte que leen Obama, el papa Francisco y varios primeros ministros del G-7 cada mañana.

Estamos consumidos por las prisas, por no ver la realidad: solo se trata de un trabajo. Algo, por cierto, que no siempre valoramos. Hay cientos de buenos periodistas en paro, esperando una oportunidad. Pero nosotros gastamos el tiempo en vocear, pelear, inflar, maquillar... Eso, por no contar con los propios periodistas que, aun teniendo trabajo, cobran poco, están de manera precaria o sus medios tienen la soga económica al cuello.

Pero nos da lo mismo. Mañana (y da lo mismo cuando leas esto) habrá muchos compañeros criticando a otros, creyendo que su artículo es mejor que otro de la competencia, llorando porque él o ella lo ha sacado 10 minutos antes y nadie le da un premio. ¿Y todo por qué? Esa es la respuesta que no tengo.

Lo que sí veo, siento y observo es que vivimos en el estrés, la histeria, las jornadas laborales interminables; creer que somos necesarios, cuando apenas somos contingentes. Me preocupa que no nos demos cuenta; o, peor aún, que seamos conscientes pero todo siga igual.

Quizá no haya hueco para tantos periódicos y medios, de ahí la lucha de gallos por sacar las plumas y las falsas noticias. O simplemente nos dieron pocos cariñitos de pequeños y ahora necesitamos retuits y que nos citen. No sé.

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