Viva el periodismo de datos… de datos de audiencia


(20 / abr / 2016) - El nuevo periodismo, incluso con esa etiqueta, no ha inventado nada. Las competiciones por medirse el falo en forma de audiencia (como se ha hecho toda la vida) han derivado en pensar que a mayor número de visitas, más calidad.

Hace unos años conseguí mi tope histórico de visitas con una sola noticia: más de 70.000 usuarios únicos. Fue el 11 de noviembre de 2011. Sí, el 11-11-11. Ese día la ONCE organizaba un sorteo especial con chorreo de millones incluido. Hice una previa el día anterior y Google quiso premiarme. Primero en el posicionamiento de Google News, y luego abriendo gran parte del día el cajetín de la parte orgánica.

Entonces, mi jefe, se congratuló y me felicitó efusivamente. Máxima eficiencia. La noticia me había llevado hacerla unos 15 minutos. El resultado fue salvar todas las campañas de publicidad de ese mes. Antes (y algunos ahora), los banners se cobraban por impresión de página vista. Es decir, solo hubo que moverlos a esa noticia, y asunto arreglado.

Conseguir visitas es sencillo. Cuatro trucos de SEO, un buen movimiento en redes sociales y algunas portadas de Menéame. Bueno, y también algo de tecnología de consumo, tetas, culos y Cristiano Ronaldo. Esa mezcla, sumado a una redacción con algunas decenas de periodistas, te dispara por encima del millón de visitas. Fin del misterio.

¿Dónde ha quedado el periodismo de datos? ¿Y las nuevas narrativas? ¿Los nuevos formatos? Sí, hay ejemplos, pero tan tímidos y sumergidos entre las declaraciones de Luis Enrique y las tetas de Beyoncé, que al final parece tener poca fuerza. Y no, no hay debate sobre la calidad del periodismo. Se están contando las mejores historias, la clase política está cercada. El periodismo de investigación tiene músculo suficiente para enganchar a corruptos y corruptores. Ese no es el problema.

El dichoso problema sigue siendo la forma de monetizar eso. Tener que pegarse de codazos en público y enseñar el falo de los millones de visitas conseguidos de una manera imprudente. Cuantas más visitas, más barata estará cierta publicidad (lo que venga por clics), y menos peso tendrá la patrocinada o esponsorizada.

Cada mes se ha convertido en una guerra por dar los datos de comScore. Los grandes en esa lucha, los pequeños en sobrevivir; y los usuarios no sabiendo si quieren tetas y culos o historias nuevas y diferentes que lleva mucho tiempo contarlas.

La pelea está servida. Quienes tienen visitas (y poca chicha) justifican ahí la calidad de su producto. Los que tienen buen producto, pero menos visitas, tienen su argumento en que la gente lo comparte en redes sociales. Los lectores leen y consumen lo que quieren, pero desde los medios les llamamos tontos porque no les gustan nuestros “temazos”. Prefieren noticias del día, la guerrilla de la actualidad.

Así no hay quién se aclare.

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