Piratería o como se llame


(13 / abr / 2015) - Como el buen tiempo nos reclama sin remedio, vamos a quitarnos 5 minutos el abrigo de la hipocresía y pensar en primera persona. Es decir, si fuésemos nosotros quienes estamos al otro lado de la pantalla. Hablemos de “piratería”, “compartir cultura o archivos”, o que cada uno lo llame como quiera. Ya somos mayorcitos.

Pondré dos ejemplos muy sencillos. Pueden ser o no representativos del caso que quiero tratar. Cada uno que tome la idea como quiera.

Ejemplo 1: Tengo un trabajillo de media jornada y decido ganarme algo más de dinero. Desarrollo una receta de pan con melocotón… después de mucho trabajo, consigo hacer un “pan de melocotón” riquísimo. Pongo un cartel en la puerta de mi casa diciendo que vendo “pan de melocotón”.

Alguien se acerca, prueba a comprarlo, le gusta y lo comparte en sus redes sociales. Comparte que le gusta. Así, más gente llega a día siguiente y compran mi “pan de melocotón”. Todo me va genial. Cada día hago más pan y vendo más. Esto implica que mi primo pequeño me ayude y, a su vez, le puedo pagar. Además, algún vecino se ha enterado y hace su propio pan de sabores generando competencia.

Todo depende de mí.

Ejemplo 2: Tengo un trabajillo de media jornada y decido ganarme algo más de dinero. Desarrollo un libro de poemas... después de mucho trabajo, consigo hacer un “libro de poemas” buenísimo. Pongo un cartel en la puerta de mi casa diciendo que vendo “libros de poemas”.

Alguien se acerca, prueba a comprarlo, le gusta y lo comparte en sus redes sociales. Comparte que le gusta. Así, más gente llega a día siguiente y compran mi “libro de poemas”. Todo me va genial. Cada día hago más poemas y vendo más. Esto implica que mi primo pequeño me ayude con el material necesario y, a su vez, le puedo pagar. Además, algún vecino se ha enterado y hace sus propios poemas generando competencia.

Un día alguien decide fotocopiar mi “libro de poemas”, escanearlo, colgarlo en internet y hacer que su distribución sea gratuita. Me llama un amigo de Oviedo y me dice que no va a venir a Madrid a por el libro, que lo siente mucho, pero que está en “Libros Manolito” compartido y que se lo descargará de ahí.

Ya nada depende de mí.

¿Ejemplo torticero?

Que cada uno piense lo que quiera. Bueno, me jodería que esos que escriben un tweet y alguien se copia, montando luego en cólera, opinen sobre estos temas. También me perfora la parte trasera del cuerpo que ciertos periodistas que se envenenan porque no se les cita o se les “copia” dos palabras, luego den lecciones.

Mi ejemplo es muy simple (quizá demasiado, lo asumo): ¿por qué puedo vivir de vender pan pero no poemas?

Y no me apetece entrar en el debate de compartir contenidos, P2P, la cultura, el acceso a ella, etc. Como dije al principio, ya somos mayores, no seamos hipócritas.

Modelos, descargas…

Con todo esto no me posiciono ni a favor ni en contra. Solo planteo un sano debate. Soy el primero que criticaría al del “libro de poemas” por no hacer posible que si un tío de Oviedo quiere el libro, lo pueda comprar. Esa sería la extrapolación a los sistemas de descargas ‘legales’ y demás.

Pero vuelvo a repetir, no seamos hipócritas. Sobre todo con los milongones de que compartir ayuda al autor (o creador) y toda esa retahíla de propaganda gurificada. Ayudará a uno y perjudicará a otros. Para mí ese es el problema: no me vale con “joder” a Sony Music si en el camino estoy dejando a un pequeño escritor o compositor.

Y sí, todas las discográficas, editoriales y gremiales de la creación son malas. Muy malas. Lo digo en serio. Dicho lo cual, no creo que la solución sea “copiar y compartir”. Debemos buscar modelos, con la ayuda de internet, en la que todos salgan ganando. Todos.

(*) La imagen la cojo de internet. Total, qué más da, ¿no?

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