Periodismo, perspectiva y arena


(24 / mar / 2015) - Estoy convencido de que la jornada de reflexión ante una cita electoral no debería ser el día de antes. Al contrario. Tendría que disponerse para el lunes siguiente, y concretamente que esa reflexión la hicieran los periodistas. Más, si ha habido elecciones en Andalucía y no has pisado esa tierra en los últimos 5 años.

Esta nueva queja sobre el estado de nuestra profesión, o lo que queda de ella, me golpea en los morros tras leer (todo lo que pude) las reflexiones, sesudas o no, sobre la victoria del PSOE en las elecciones andaluzas. Según avanzaba el día, y de forma paralela, observaba atentamente lo que analistas, periodistas y cronistas contaban sobre lo que había pasado en Andalucía. A su vez, estaba metido en varias conversaciones vía Facebook con andaluces (de verdad). La opinión de cada bando (periodistas contra andaluces) no podía ser más dispar.

Unos analizaban estrategias, replicaban lo que “sus fuentes del partido” le habían filtrado. Elevaban a categoría de realidad si el jersey verde de Susana Díaz había sido la clave… Otros, faenados y cansados de robos, EREs y corrupción, hablaban sobre por qué no había un cambio político, por qué no tendría que haberlo, su percepción del día a día en el descalabro de unos y el ascenso de otros. Sin duda, en ese momento, eran los únicos que tenían en la mano una realidad para contar a los demás.

Con este pequeño ejemplo, a la arena a la que quiero bajar, es la que hemos abandonado la mayoría de periodistas. ¿Cómo se puede hablar de una región sin conocer lo que piensa su gente? ¿Cómo puede valer lo que diga un departamento de prensa a 500 kilómetros?

Y así todo. Ahora las exclusivas llegan para compensar y tapar. ¿Que te filtren una noticia a cambio de algo se puede denominar “trabajo periodístico”? ¿Una entrevista hecha por cuestionario cerrado y revisado puede valer de algo? ¿Ver el streaming de un acto ya te convalida para creerte el más sabio del corral?

Nunca vamos a obviar una cruda realidad: los medios económicos disponibles marcan gran parte del trabajo periodístico. Asimismo, las prisas, los modelos de negocio que azotan el cogote para generar ingresos, y todo lo que está matando parte del periodismo, garantizan el resultado de una ecuación que no trae nada positivo. Un periodista debe mojarse los pies, hablar con la gente, seguir hablando, alejarse de las fuentes institucionales, las agencias de comunicación (y casi publicidad), los jefes de prensa, etc.

Un periodista debe estar en la arena para dotarse de la perspectiva necesaria. De lo contrario es una cacatúa que repite lo que otros quieren. O peor, puede estar dibujando un contexto irreal a su audiencia. Basta ya de intermediarios, de no poder hablar con directivos, con políticos, con testigos directos. Todo esto puede resultar romántico o una pizca utópico, pero si la distancia hace el olvido para el amor, para el periodista, la distancia (cuanto más cerca mejor), es la calidad de su trabajo.

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