‘Joven y bonita’ o la sexualidad perdida (#recomendación)

marine vacth desnuda joven y bonita

(4 / abr / 2014) - En nuestra obsesiva y enfermiza búsqueda de la felicidad tendemos a banalizar todo lo que nos rodea. De este modo, y a veces sin ser conscientes, restamos valor a las cosas que de verdad nos importan. Tras esta búsqueda desesperada por configurar su propia realidad, la protagonista de la película ‘Joven y bonita’ encuentra en el sexo su propia razón de ser.

Desde hace tiempo, no sabría precisar cuánto, el cine francés me tiene embriagado. No lo negaré, en parte es porque la elección de sus personajes femeninos siempre cautivadores y elegantes, provocan en el espectador -al menos en mí- la súbita sensación de la fantasía onírica y casi prohibida. Así, en las dos últimas películas de François Ozon, tanto en esta ‘Joven y bonita’ como ‘En la casa’, la trivialización del sexo adolescente provoca un temprano rechazo en sus protagonistas que muchas veces puede derivar en una desidia real.

Pero vayamos por partes. Primero hablemos de lo importante: el sexo. Aunque precisamente lo que retrata la película, o al menos así lo he interpretado, es el castigo emocional ante la falta de valor otorgada al sexo. No, no voy a decir que el sexo sin amor es menos sexo, pero lo cierto es que nuestra sociedad contempla una curiosa y esperpéntica situación. Por una parte tenemos un grado de sexualización extremo, rallando casi lo paranoico. La publicidad, nuestras conversaciones, el cine, la literatura... sin apenas percibirlo no hay nada que escape a la tentación carnal provocada por la falsa necesidad de alterar las hormonas.

Dicho esto, existe una contradicción social que deriva en esta majadera situación. Todo es sexo, pero lo hemos revestido con un tabú social que todavía saca los colores con cualquier situación. Hablar de la sexualidad, ya sea masculina o femenina, sigue provocando una mirada tímida y un sonrojamiento en las mejillas. Muy pocas personas toman con naturalidad hablar de sexo, lo que supone, lo que conlleva, o todo lo contrario. Quizá una excusa puede ser la fuerte vinculación que este país ha tenido con la Iglesia, pero eso mismo sería protegerse para no afrontar la realidad.



Al margen de esas interpretaciones religiosas, que no pretendo valorar, el sexo es vida, son sentimientos, es una forma de relacionarse con otras personas. Si lo sacamos de ahí y lo convertimos en “algo más”, nos puede suceder lo que a la protagonista de ‘Joven y bonita’, para la que ya no significa nada. Entiendo que no debemos apalancarnos en los extremos, sino que con naturalidad cada persona, y a la edad que mejor le convenga, debe conocer su propia sexualidad, interpretarla y afrontar esos deseos como buenamente le venga en gana.

JOVEN Y PROSTITUTA

Y ahora sí. En cuanto a la película, ‘Joven y bonita’ tiene un inicio prometedor que se diluye en la incapacidad de su director por explicitar la falta de deseo sexual en la protagonista. Al igual que sucede con ‘En la casa’, François Ozon dibuja los personajes, sus pulsiones, los miedos que viajan junto a ellos, pero luego no termina de profundizar.

A mi parecer, ‘Joven y bonita’ es una película inconclusa, o quizás, con Eric Rohmer siempre presente, el erotismo que termina desprendiendo Marine Vacth se come todo lo demás. No sabe sexualizar la atmósfera sin llegar a enseñar nada. En este caso necesita explícitamente mostrar a la joven desnuda en más de una ocasión. Ese era el punto donde el maestro Rohmer, con simples diálogos en los bajos de un porche, podía llevar a cabo una relación sexual entre los personas solo con un cruce de miradas. No obstante, recomendable para seguir afrontando los sentimientos de uno mismo.


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