Monstruos en la cabeza


(27 / mar / 2015) - A raíz del trágico accidente de avión que esta semana nos ha sobrecogido, y el virulento vuelco sobre el copiloto, uno solo puede pensar en monstruos, concretamente los que habitan en la cabeza. Esos que nadie ve, esos que ni uno mismo percibe. Los que existen solo en la imaginación.

Ya no podremos saber cuáles eran los monstruos del copiloto. Además, no creo que haga falta recurrir a relinchonas sociopatías o paranoicas ideas terroristas. Simplemente podían ser monstruos imaginarios, como los de cualquiera.

En la intimidad de este lugar puedo confesar que yo también tengo monstruos. No tiraré piedras, por lo tanto. Y sí, en mi cabeza habitan seres que malforman y cambian la realidad que ven mis ojos. Algunas veces cambian el color, otras el sentido, incluso llegan a variar la esencia. Con un capricho casi poético, donde habita el rojo, a veces esos monstruos lo dibujan azul, superponen la malicia a la bondad, el azar a lo estudiado. Son monstruos, ¿qué se puede esperar?

Por desgracia, la mayoría de las veces, es imposible luchar contra ellos. ¡No existen!, te repites de forma cansada. Solo son fruto de la imaginación. ¡Ay, incauto! Eso no vale. Estos monstruos combaten con eficacia a la razón, convierten en pereza el sentido común, y transforman en desconfianza cualquier cosa. Están salvajemente entrenados para no dejarnos vivir en paz, encontrar cualquier hueco de nuestra vida, y hacerse sitio.

Otros dicen que se pueden combatir. ¿Cómo? Al igual que la fe o la superstición, se trata de algo intangible, maleable, abstracto, fruto de la imaginación, ¡cómo hacer frente a esos monstruos! ¿Cómo combatir a ese inquilino molesto y arrogante que te conduce casi a ciegas?

"La imaginación es el arma más poderosa", dicen otros. Claro que lo es, siempre que la tengas a favor. De lo contrario, puede estrangular tus ideas, convertirte en quien no eres, sacar lo peor de cada uno. Nunca sabremos qué monstruos tenía el copiloto en la cabeza. Nunca. Los habrá que especulen o dibujen falsos perfiles sobre lo que pensaba y cómo lo hacía. Da lo mismo. Los monstruos son íntimos, sigilosos, y casi nunca se dejan ver.

Me dijo una vez un gran personaje que "el miedo debe ser nuestro amigo". Supongo que a esa fiesta habrá que invitar también a nuestros monstruos.

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