Mi país, ‘El País’


(23 / jul / 2014) - Hace 3.535 días que pisé por primera vez la redacción de ‘El País’. Las cuentas son sencillas porque mi llegada al número 40 de Miguel Yuste se produjo el día que salía a la calle el ejemplar 10.000 del diario. Una cifra redonda y digna de celebración.

Tenía 20 años, empezaba mi carrera profesional y sentía el orgullo de hacerlo como becario del periódico más importante de este país. Al menos entonces. Lo hacía en el Departamento de Documentación, justo debajo del grueso de la Redacción y al lado de Publicidad, aunque pasando al otro lado de la puerta estuviera Cultura y 'El Semanal'. De mi primer jefe, Juan Carlos Blanco, aprendí mucho, o al menos todo lo que puede aprender alguien de 20 años. Y menos en aquella época en que no había tal obsesión por “ser alguien”.

Fue casi un año entrando y saliendo por una puerta en la que también entraban y salían algunos de los mejores periodistas de este país. Fue ahí, justamente ahí, cuando empezó a germinar en mí la idea de dejar atrás el mundo de la documentación y empezar con el periodismo. Horas y horas delante de cientos de periódicos, custodiando lo que se había escrito hasta el momento, sintiendo el cambio cada día… sin duda una época que nunca podré olvidar.

Ernesto Ekaizer, Bonifacio de la Cuadra (al que preparé su recopilatorio de despedida), José Yoldi, Ramón Lobo, Enric González… Sus nombres repiquteaban en mi cabeza cuando entraba al despacho del “jefe”. Sus textos, sus logros, sus andanzas… Hoy no existe nada de todo aquello, y esa es la tristeza que me invade.

Lógicamente todo se acaba, de hecho eso es lo bonito de la vida. Pero tengo la sensación de que ‘El País’ está muriendo tan lentamente, de una forma tan desagradable, que ni los mejores recuerdos sobre “nuestro periódico” lo podrán salvar. Y siento ese periódico como mío, no solo por haber pertenecido a él, aunque haya sido de forma mínima. Lo siento porque he sido lector, he estado comprometido con sus contenidos, sus periodistas, sus firmas, sus suplementos… Además, tengo constancia de que mucha gente piensa como yo, muchos nos sentimos heridos, defraudados, como si nos hubieran quitado algo que era nuestro.

La crisis económica, los EREs, despidos, dinero para unos, para otros, una línea editorial sumisa a sus accionistas… Quien diga que ‘El País’ no se está desangrando lentamente frente a nuestras narices, sabe que miente. Sus mejores periodistas ya no están, y los que vienen carecen de ese carisma, o el propio medio no quiere que lo tengan, para no perder el control. Ahora mismo es muy difícil identificarse con sus firmas, los nombres que acompañan a unas informaciones que también han perdido su valor como parte de nuestra historia. Simplemente forman parte de ese magma digital que se lo traga todo, no hay humanidad en un medio donde todo era humano.

Dicen que el periodismo y su modelo de negocio se están reinventando, y que debe hacerse para ganar impulso. Lo malo es el gran peaje que estamos pagando, y la pérdida de ‘El País’, tal y como era hace 3.535 días, es algo irreparable. No solo pierden sus periodistas (como trabajadores), sino que pierde la sociedad en su conjunto. Pierde la democracia, o al menos eso por lo que siempre pareció luchar “mi periódico”… ese que ahora ya no es mío.

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