¿Hay alternativas políticas en España?

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(10 / abr / 2014) - Desde hace bastante tiempo, y con la lógica cercanía de las próximas elecciones europeas, o lo que realmente suponen en España: un plebiscito a la gestión del Gobierno sobre el ecuador de su legislatura, vengo pensando si en España hay alternativas políticas, o mejor dicho, si existe una disparidad de ideas que puedan cobijar las distintas sensibilidades de cada persona. Mi respuesta, vaya por adelantado, es que sí.

Este proceso de reflexión se vio acelerado recientemente por un cruce de opiniones en Twitter entre Norberto Pico, jefe Nacional de Falange Española de las JONS, y Juan Ramón Rallo, director del Instituo Juan de Mariana. La chispa que detonó todo fue un artículo publicado por Rallo en elEconomista hablando sobre la empresa Deoleo y el intervencionismo del Gobierno en dicho asunto. Sobre las conclusiones, realmente no se pueden sacar muchas. Es decir, cada uno con su bandera ideológica por delante expuso de la forma más correcta y educada sus opiniones, y ambos estaban en lo cierto o erraban en sus planteamientos según el prisma con el que se mire. 

Para mí, la idea más importante, y que se entronca con las ya mencionadas elecciones europeas, es que realmente en España sí existe un abanico muy grande de realidades y sensibilidades políticas, dentro de un marco legal, en el que cada uno puede expresar sus ideas. Así pues, el bipartidismo que nosotros mismos hemos provocado tiene una fácil disolución: abrir la mente. De este modo, hay una serie de reflexiones que me gustaría compartir al respecto y que resumo con la humildad de quien simplemente está dispuesto a escuchar nuevas ideas sin cerrar la puerta a nada. 

Lo primero de todo es que debemos asumir una evolución ideológica de la sociedad española y cada uno de sus miembros. Es decir, no puedo creerme que más 30 años después solo puedan existir en España dos alternativas políticas que aglutinen el pensamiento de un país mejor formado, más comunicado y sencillamente distinto. Ante esta situación solo se me ocurren dos cosas. Una, que nos hayamos acomodado en la facilidad de ir a votar al PP (derechas) o PSOE (centro-izquierda) y no miremos más allá de eso. O dos, que la capacidad crítica e intelectual de las personas sea tan limitada como para discernir sobre sus propios pensamientos críticos. 

En cuanto a lo segundo, tengo la sensación de que a la gente no le gusta pensar y extraer sus propias conclusiones. Es decir, por qué si tengo ideas conservadoras con respecto al aborto, pero estoy a favor del matrimonio homosexual, tengo que anclarme a uno de estos dos partidos, ¿seguro que no hay otras alternativas? Pues sí, las hay, simplemente hay que buscarlas.


Continuando, otra de las cuestiones que lleva en volandas al bipartidismo rancio y corrupto, y no lo digo yo, los hechos están ahí, es el miedo a enfrentarse a otras realidades políticas. ¿Por qué no votar a la Falange si estoy de acuerdo con su programa?, ¿tan malo es el dogma de los liberales como para no asumirlo si creo que el Estado es el origen y la culpa de todo? Todo partido sometido al marco legal que ha construido la Constitución me parece que tiene la legitimación política para ser votado sin ningún tipo de problema. Olvidemos los estigmas del pasado, tenga las siglas que tenga esa formación política o cualquier otra. Insisto, lo importante es encontrar ese paraguas que mejor cubra nuestras ideas. 

SÍ HAY ALTERNATIVAS 

Tras la crisis económica que ha barrido nuestro falsamente creado Estado del Bienestar a base de deuda pública, me he sumergido lentamente en el progresivo estudio de las doctrinas liberales. Sigo en ello. Así pues, lo primero que he hecho es buscar qué partido, al margen de PP, que creo no cumple esa ideas, puedo votar en las próximas elecciones, ya sean europeas o de cualquier índole. Y vaya, claro que lo hay. Con una búsqueda muy laxa he encontrado el Partido de la Libertad Individual (P-LIB). Por el contrario, si emergen de mí las ganas de renovar mis ideas de compromiso social, más haya de esa exigente libertad del individuo, pues por ejemplo en estas elecciones europeas tengo la candidatura conjunta de Primavera Europea, compuesta por Compromís, EQUO, y más partidos tanto nacionalistas como regionalistas. 

Pero no solo eso. Puedo optar por las coaliciones de izquierdas como IU, los nuevos partidos transversales como VOX o UPyD. O incluso atarme la manta a la cabeza y seguir votando a PSOE o PP. ¿De verdad que no hay alternativas?, ¿o es que da pereza leer dos páginas de ideas programáticas para saber que ofrecen? Ah, vale, que todos son iguales. Pues no, tampoco. Hay partidos que quieren renovar la Constitución, los hay nacionalistas, federalistas, estatalistas… Ah, que son todos unos ladrones. Pues miren, si piensan eso, cojan un fusil, vayan al Congreso, y ya saben lo que tienen que hacer. De lo contrario, acepten el juego democrático, y busquen su cobijo ideológico, que de verdad lo hay.

Al margen de que nos juguemos mucho o poco en las próximas elecciones europeas, que eso también depende de nuestra fe en bastante medida, lo que está claro es que el mito de que no hay alternativas es falso. Tan solo hay que ponerse a buscarlas, o simplemente dejarse empapar por ellas. Eso sí, hay que ser críticos. Lo primero es tener unas ideas. No un partido ni unas siglas, sino unas ideas propias, personales e intransferibles. Si no se tiene eso pues se votará al PP o el PSOE, que ojo, son una alternativa, pero me cuesta creer que alguien con ideas propias nunca haya encontrado una alternativa en su elección de voto. Falta un mes y medio para llevar la papeleta a las urnas. Lean, escuchen, compartan, y más tarde tomen una decisión.

2 comentarios:

  1. La teoría es muy bonita, pero la práctica difiere mucho de todo esto.

    Te encuentras con que el PP se presenta con un programa (que es al final lo que se vota en unas elecciones) y hace todo lo contrario. Que el PSOE es de centro-izquierda, pero sus políticas en realidad son de centro-derechas. Que IU apuesta por un cambio de la Ley Electoral, pero en todos los sitios donde puede hacerlo, se vende y se raja. Y así, con todos.

    Y luego hay un tema de la Ley Electoral: votar a un partido pequeño es casi como tirar el voto. El sistema electoral actual favorece de tal manera a los grandes partidos, que es casi imposible pensar en una alternativa. El "juego democrático", como le llamas, en realidad tiene las cartas marcadas.

    Por cierto, hay una importante barrera para los partidos pequeños, sin representación, que es la obligación de recoger un número de firmas para poder presentarse a las elecciones. Una tarea que exige una dedicación impresionante, y que requiere de un equipo de trabajo que no todos los partidos poseen, lastrando así otro poco el tema este de la supuesta democracia.

    Alternativas, evidenemente, hay. Creo que en las últimas elecciones generales se presentaron 30 y pico partidos. Con opciones reales de representación, no tantas.

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  2. Estoy de acuerdo contigo en todo. No puedo poner ni un "pero" porque tu exposición es perfecta, pero entonces solo me dejas la solución del fusil.

    Por ejemplo, el P-LIB busca firmas, como bien apuntas, para presentarse. Aquí la cuestión es que yo, si finalmente decido votarles, salgo de mi letargo y me activo políticamente. Quizás, como bien dices, lo pinto muy sencillo. Pero vaya, creo que la mierda que hemos tragado es para que nos active políticamente, ¿no?

    Además, tu postura es la que hace que esa injusta Ley Electoral no se vaya a romper nunca. "Como mi voto a un 'pequeño' no sirve de nada, voto a un grande". Creo que si todos buscamos nuestra alternativa, poco a poco, no digo que ni siquiera nosotros lo vayamos a ver, se construya una verdadera democracia.

    O a lo mejos todo son ideas absurdas mías...

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