(27 / ene / 2014) - España, ese país en el que según Emilio Botín llueve dinero del cielo, no deja de ser un coladero diario de disgustos personales y tragedias ciudadanas que tienen en el desempleo su reflejo más amargo. Ante esta desesperanza, ya no hay solución ni “la chispa de la vida”, entre otras cosas porque Coca-Cola ha decidido rentabilizar, más si cabe, su inmensa fortuna y el próximo mes dejará en calle a más de 1.000 trabajadores.
Un grito apagado en un tweet silencioso. Así es como me afecta personalmente este nuevo drama laboral en España. Hace unos días saltó la noticia de que Coca-Cola iba a llevar a cabo un ERE formalizando así su plan de reestructuración, que incluye el cierre de cuatro de sus 11 plantas (las de Asturias, Alicante, Palma de Mallorca y Madrid) y afecta a 1.250 empleados (30% del total).
De esa cantidad, 750 llegan desde la fábrica de Fuenlabrada, donde el golpe se dejará sentir con mucha fuerza, porque detrás de esos números que a veces parecen no significar nada, cientos de familias, con sus hipotecas, sus alquileres y muchas bocas que alimentar, habrán visto como en un golpe de avaricia su vida da un giro inmerecido ante tantos y tantos años de esfuerzo. La crisis, que ha maltratado con su virulencia a todo el mundo, deja situaciones irremediables ante lo que nada se puede hacer, pero en este caso concreto, ¿realmente Coca-Cola está ahogada por lo números, o simplemente se trata de una reconversión productiva para que el dinero vaya a menos manos?
LA BENDITA REFORMA LABORAL
Está claro que las empresas no son ONGs ni tienen por qué garantizar el empleo de las personas, pero quien sí debe esforzarse por ello es el Gobierno de la nación. Aunque a tenor de lo sucedido, una vez más parece que la Reforma Laboral cumple su bendita función: agilizar el despido. Así de simple, sin dobles lecturas. ¿Por qué una empresa con una alta rentabilidad y unas cuentas saneadas se permite el lujo de despedir a cientos de trabajadores?
Además, ahora habrá que estar al tanto en las condiciones en las que se produce, y en qué situación quedan todos esos trabajadores que de la noche a la mañana alguien les ha introducido en una pesadilla de la que ya no pueden escapar. De hecho, su primera medida será lanzarse al legítimo acto de huelga, aunque por desgracia a estas alturas ya haya poco que salvar.
EL OSCURANTISMO DE COCA-COLA
¿Por qué tú Coca-Cola? Con lo bien que habías caído siempre con tus anuncios, tus campañas navideñas, y esa sensación por la que siempre había un refresco que compartir. Pues la repuesta parece simple, y eso que todo se arrastra desde el franquismo, pero sí, todo es por pura avaricia. Tanta como la que tiene la dueña de la embotelladora de Coca-Cola que deja a estas 1.250 personas en la calle, Sol Daurella.
Echando un vistazo a la reciente hemeroteca, una vez más parece que muchos grandes empresarios quieren ganarse una fama que merecidamente tienen. Según publica el diario elEconomista, esta gran empresaria catalana, con apellidos y raíces ilustres en esto de ganar dinero, tiene una fortuna estimada, según distintos medios, de más de 850 millones de euros. Calcular la cifra exacta es una tarea prácticamente imposible, debido al complejo entramado de sociedades sin consolidar. Sea cuál sea su patrimonio, lo único cierto, según los datos del Registro Mercantil, es que la matriz de casi todos sus negocios está en Luxemburgo, un país que ofrece numerosas ventajas fiscales frente a España.
Parece que precisamente mal no es que le vaya a Sol Daurella, recordemos, dueña de la embotelladora de Coca-Cola que lleva a cabo el ERE. Aunque por desgracia aquí no acaba ese oscurantismo del famoso refresco, ya que escarbando un poco por la red, uno se encuentra un documento sin ningún desperdicio donde se pueden ver las conexiones entre el franquismo y las licencias que se otorgaron para la explotación del negocio de la Coca-Cola en España.
Desde los años ‘50 hasta ahora, están vinculados a Coca-Cola clanes como los Daurella, principales embotelladores en España y África; los burgueses valencianos de pasado falangista Gómez Trénor; los Urrutia, iconos de la élite vasca de Neguri, o los megaterratenientes jerezanos Mora Figueroa Domecq. Sin duda, una extirpe que no deja indiferente a nadie, y menos a esas 1.000 familias que ahora dan con sus huesos en la calle.
Todo esto podría ser un no parar hasta ver dónde conduce tanta podedumbre empresarial que se olvida y margina a los más débiles. Porque si miramos las alianzas matrimoniales, vemos como Sol Daurella está casada con el empresario Cales Vilarrubí, también ahora en el candelero ya que es miembro de la junta directiva del FCBarcelona, la del fichaje de Neymar. Y no solo eso, sino que entre sus ilustres cargos ha sido consejero de Telefónica, y miembro de confianza de Jordi Pujol cuando tenía sus pequeños líos con las cuentas suizas.
El problema al final de todo este asunto, del que por desgracia hemos aprendido a marchas forzadas durante la crisis, son esas 1.250 personas que el próximo mes de febrero no tendrán un salario, y cuyos problemas no serán precisamente sacar el dinero de Suiza para llevarlo a Luxemburgo, sino que con un puñado de euros en forma de prestación por desempleo tendrán que ser verdaderos héroes para seguir pagando los lujos y caprichos de quienes por desgracia parece no importarles ser los malos de la película. Aunque claro está, con 850 millones de euros en el banco, a cualquiera le da lo mismo ser el malo que el bueno.
Twittear
No hay comentarios:
Publicar un comentario